Capítulo 26: Nubarrones grises.

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Un día perfecto es cada día que paso mi vida junto a ti. Yo no puedo explicar el cómo caigo enamorado de todas las cosas que haces. Porque estoy perdido en la gracia de tu sonrisa. Enamorarse es un lugar en el que yo podría quedarme toda mi vida, y sé que nosotros podríamos quedarnos en el mundo; solo tú y yo, con nada más que amor. Y si el cielo se cae y se estrella contra el mar, yo sé que te seguiré teniendo, amor, y tú me tendrás a mí, y eso es todo lo que necesitaré... - Nothing but love/ Trading Yesterday 




Sábado, 8:15 a.m



SeHun estaba envuelto en sus mantas con nada más que sus ojos asomando. Era un día especialmente frío y digno de otoño, con un paisaje melancólico que te obligaba a pasar lo restante del día en la comodidad del hogar. Apenas eran las ocho de la mañana y SeHun no sabía por qué estaba despierto a tales horas, pero con su madre paseándose por la casa y haciendo ruido en exceso era imposible proseguir con su plácido sueño. Bostezó y se acurrucó aún más en el mullido colchón.


Su madre hablaba al teléfono con alguien y en un tono muy elevado, por lo que no tuvo que afinar demasiado su sentido aditivo para escuchar lo que decía.


-¡Te necesito en casa en menos de quince minutos! ¡Lo sé, pero me llamaron y debo presentarme...!- Espetó con tono elevado completamente alterada.


SeHun soltó un pesado suspiro y se levantó con desgano de su cama. Sabía que volver a conciliar el sueño con aquellos gritos sería tarea imposible, así que decidió bajar a la cocina por un tazón de leche con cereales.


El sonar de los tacos de su madre dar contra el suelo se oyeron por la sala y SeHun  alzó la vista. Ella se apareció en la cocina con una expresión nerviosa y estresada, maquillándose con rapidez los labios.


-¿Ya vino LuHan?.-


Preguntó con impaciencia mientras ahora agregaba rubor a sus mejillas cóncavas.


-¿LuHan?.- Inquirió con curiosidad el pelinegro. Se suponía que el muchachito no trabajaba los fines de semana. -Hoy es sábado, ¿También tiene que venir?.-


Quiso saber, mientras metía una gran cucharada de cereal a su boca y la masticaba con parsimonia.


-Sí, llamaron desde mi oficina, debo presentarme hoy también por algunos asuntos. Parece que estos hombres quieren matarme de exhaustividad, santo dios...- Se quejó la mujer mientras se daba la vuelta y se retiraba de la cocina. - ¡Tengo una vida también!.- Chilló subiendo las escaleras.


Una pequeña sonrisa se pintó en el rostro del pelinegro al enterarse de tal noticia. Al parecer, aquel gris y pesaroso día no sería tan apagado después de todo. Estaría en compañía de su novio hasta las ocho de la noche y pensó que el día no podía haber comenzado de mejor manera. Soltó una baja risa al momento en que algunos planes indecorosos cruzaron su mente y comió otra cucharada de cereal.

As happened to Cinderella  [HUNHAN]Where stories live. Discover now