Está tan oscuro en la habitación, y los techos son altos. Conoces la sensación, ya has estado aquí anteriormente. Hay un viejo banco roto, y un llanto de eco. No subestimes tu respiración, y tu pesado tiempo. Perdiste tus palabras, pero encontraste la rima, y ahora es todo poesía. Las paredes están cantando "aleluya amén" las paredes están cantando "aleluya amén", con el tiempo lo encontrarás. La vida es una pintura, y tú eres el artista, así que abre tus ojos. Nunca es demasiado tarde para limpiar el lienzo...te prometo que todo estará bien. -
"Las alas rotas también pueden volar alto si se las empuja con el viento adecuado..."
Fríos, grises, tristes, y atentados de gente llena de desesperanza. Así estaban los pasillos del hospital público de Seul por los cuáles caminaba LuHan a paso presuroso. El joven de orbes avellanas sabía que había gente a su alrededor, que había médicos, pacientes, enfermeras, y niños caminando por allí también, pero sin embargo, él lo sentía como el lugar más solitario del mundo. Parecía que el mundo lo hubiese abandonado. Sólo su dolor lo acompañaba, aunque no fuese el más grato de los compañeros. Era la única compañía que sentía en esos momentos caminar a la par de él.
Mientras se hacía paso por los muchos pasillos con olor a yodoformo, recibía miradas de gente ajena. Miradas de intriga, extrañeza y cierta lástima, todas ellas caían sobre su rostro lastimado y bañado en lágrimas. Él apenas las notaba, pues sus ojos a duras penas podían parpaedar de tan hinchados que estaban, y su vista estaba nublada por las espesas lágrimas saladas. Difícilmente las notaba, pero las sentía claramente puestas sobre él, todas y cada una de ellas.
El muchachito soltó un hipido y bajó la vista, sus pies continuaban caminando impulsados por la preocupación que sentía sobre el estado de su tía. Ya no se sentía fuerzas para nada y se asombraba de que aún pudiera mantener sus piernas sin flaquear. El dolor era insufrible, todo parecía derrumbarse a su alrededor como débiles castillos de arena empujados por la más suave brisa. Todo de a poco iba tomando matices grises lóbregos.
Alzó su vista nuevamente, y con cierta dificultad notó que ya se encontraba en el pasillo número quince, tan sólo le faltaban unos cuantos pasos más y llegaría al pasillo diecisiete. Respiró hondo y continuó marchando aquella corta distancia que parecía interminable.
A medida que se iba acercando, su corazón comenzó a bombear a un ritmo más acelerado de lo normal, llevando y trayendo hacía todo su cuerpo la sangre que parecía helada por el pánico. LuHan no quería llegar, no quería ver a la mujer que lo había criado, cuidado, amado, en un estado deplorable y luchando por su vida. Él quería saber que las cosas estarían bien para ambos... ¿Por qué la vida se empeñaba en traerle nada más que pesar a su existencia? ¿Será que había hecho algo tan malo para merecer todo lo que le estaba ocurriendo?.
Finalmente, la habitación número treinta tres se hizo visible casi al final del pasillo. LuHan soltó un largo suspiro tembloroso mientras observaba ese corto dígito pegado a la puerta. La sección del hospital en dónde se encontraba, era la sección para personas en estado critico, y en una de esas habitaciones estaba su tía, la mujer que lo había acompañado en sus años más esenciales. La misma que había estado en todo momento junto a él en cada momento importante, la que lo había educado, cuidado, y amado incondicionalmente.
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As happened to Cinderella [HUNHAN]
FanfictionSinopsis: Muñecas, princesas, tacones, y cuentos de hadas...son cosas que la mayoría de las personas cataloga para niñas, pero no LuHan. Con sus escasos siete años, el pequeño sabe muy bien cuáles son sus gustos y definitivamente las cosas ma...