CAPÍTULO 2.

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2.

UN NUEVO PRESENTE.

No se podía estar más feliz, la vida de Harry Potter había cambiado por completo. Seguía teniendo a sus mejores amigos Hermione Granger y Ron Weasley, y a Neville Longbottom igual de valiente, entre otros como Luna Lovegood. Sus primeros años de clases sobre la magia fueron alucinantes, todo lo relacionado con encantamientos, transfiguración, pociones, cuidado de plantas y muchas cosas involucradas del mundo mágico. Le fascinó y quiso saber más cosas sobre la vida de los magos, así que leyó cada uno de los libros que llevó con él, pero no podía decirle nada a nadie en el mundo Muggle. El detalle de Draco Malfoy, la personificación de Dudley con menor tamaño y el doble de ego, acompañado por sus matones Crabbe y Goyle se había solucionado en términos relativamente buenos.

O eso parecía, pero en la soledad de su habitación lloraba amargamente la muerte de aquellos que murieron a causa de Lord Voldemort, las pesadillas eran constantes y los fantasmas venían de vez en cuando a saludar tiernamente.

Pasaron siete años desde que entro a Hogwarts, dos meses desde la caída de Lord Voldemort y Harry esperaba con impaciencia que empezará el nuevo ciclo escolar en Hogwarts. Durante el primer año peleo cara a cara con el que no debe ser nombrado y gano la batalla, en segundo año presenció la selección de todos los alumnos de primero y salvó a Ginny Weasley de una muerte absolutamente terrible, la hermana menor de Ron tenía la fiel idea de haber sido salvada por el mismo Harry Potter y no dudaba en profesar abiertamente su amor por él. El tercer curso trajo consigo cosas buenas para Harry, a pesar de que Voldemort seguía acechando, logró conocer a personas importantes en la vida de sus padres, como Remus Lupin era un increíble profesor de defensa contra las artes oscuras y Sirius Black, sin duda alguna el mejor padrino que pudiera desear.

Los primeros días de vacaciones trajeron consigo el aburrimiento absoluto para Harry, quien esperaba con ansia pasar todo el verano en casa de los Weasley. Le escribió una docena de cartas a sus amigos, en especial a Hermione la única que parecía entender el pesar de su alma y podía sacarlo de su prisión veraniega llena de malos recuerdos, las únicas que envió fueron dirigidas a Hermione por correo tradicional Muggle. Al final de la guerra se volvieron más cercanos, si es que eso pudiera ocurrir, porque sinceramente pasaban la mayor parte del tiempo juntos, con Ron era una historia diferente, mejores amigos, pero siempre existía la barrera de abrir por completo sus sentimientos y emociones.

Ver por la ventana era igualmente difícil, Hedwig ya no salía y llegaba casa de los Dursley. Qué curioso resultaba al principio comunicarse a través de lechuzas, ahora parecía parte de su vida y lo extrañaba. Tal vez si tuviera una nueva lechuza podría enviar y recibir cartas de Luna, Ron y Neville o quizá de sus demás amigos en la Orden del Fénix y Hogwarts, pero se seguiría sintiendo el vacío por Hedwig.

No era la primera vez en que la noche fue inquietante para Harry. Abrió la ventana de par en par con la esperanza de atraer algo de frescura a su sofocante habitación. La ola de calor abrasadora que envolvió a Gran Bretaña llegó a Little Whinging y era casi insoportable. Privet Drive seguía siendo el mismo lugar simple y común. Las grandes casas cuadradas, el césped reseco y los relucientes autos en cada puerta.

Las altas temperaturas hicieron que el tío Vernon fuera más volátil, pero ya no se deleitaba sacando sus frustraciones sobre su sobrino raro. Harry estaba acostumbrado a ser culpado por la mayoría de los problemas del tío Vernon. Desahogar su ira varias veces durante el día y gritarle a Harry parecía ser su método preferido durante su infancia. Si no era el calor, entonces eran problemas de trabajo. Pero después de la guerra todo había cambiado entre ellos, como si el Horrocrux dentro de si los hubiera liberado a todos. La tía Petunia pasaba los días curioseando, tratando de encontrar un buen chisme entre los vecinos, ya no existían tantas protestas y los malos tiempos de descuido familiar no importaban demasiado.

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