CAPÍTULO 5

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5.

UN AMIGO ES PARA SIEMPRE.

Unas manzanas más allá de la casa de los Dursley, Hermione estaba guardando loa últimos utensilios para ir a Hogwarts, lo cual aburría demasiado, lo suficientemente para meter todo en la maleta sin acomodarlo, tendría que ir primero a la Madriguera y no sabía si le daría tiempo de empacar cuando estuviera de regreso.

El azabache extrañaba a sus amigos y a Hogwarts, Hermione todavía se hallaba ocupada con sus maletas, desde luego la castaña era la que menos disfrutaba. Así que miraba por la ventana aburrido y luego un estruendo en la chimenea le hizo preguntarse si quedarse en la habitación para no molestar a Hermione o correr al instante por si algo malo había ocurrido. Después de pensarlo unos minutos salió como un rayo hacia la sala de estar.

Un grupo de pelirrojos aparecieron. El señor Weasley se disculpó con Hermione por la intromisión en su casa, aliviado de que no hubiera pasado una catástrofe en su morada, explicó su fascinación por el mundo Muggle y su trabajo de investigación en el campo de los no mágicos. Fred y George lo acompañaban debido a un castigo impuesto por su madre, era sorprendente que los gemelos siempre causaran desorden y que siguieran temiendo a su madre a pesar de ser mayores de edad. Ron, por otra parte, quería visitar a sus amigos.

Arthur Weasley sonriente, como si todo fuera muy normal agregó que tenía que pasar por el hogar de Hermione para hacer algunos encantamientos extra en su domicilio, con algunos de los seguidores Voldemort sueltos en las calles asustando a los magos, era mejor prevenir. Hermione se sintió un poco asustada por ese comentario. Ella era nacida de personas no mágicas, la bruja que había ayudado a Harry a derrotar al señor tenebroso, la vida de sus padres y de ella corría doble peligro. El señor Weasley le aseguró que se encargaría de la protección de su familia.

Harry se apresuró, pero por mucho que el corriera, la magia era mucho más rápida. No quería ni imaginarse lo que estaba pasando, pensó en Hermione siendo atacada por Mortifagos. Por fin llegó a la sala y suspiró aliviado de ver a su amiga sana y salva. Antes de poder ver lo que había pasado, se lanzó a abrazarla. Confusa y alegre Hermione devolvió el gesto. Entonces, segundos después los padres de Hermione también hicieron acto de presencia.

― ¡HARRY! ―gritó su nombre sorprendida. ― ¿Qué ocurre?

Harry no le respondió, se apartó, sacó su varita y caminó sigiloso para inspeccionar el área. A Harry no le cuadraba nada. ¿Fred y George Weasley, el señor Weasley? ¿Ron? Bajo su varita. Esperaba encontrar magos desconocidos allanando la casa Hermione, le preocupaba que fuera lastimada, pero eran sus amigos.

― ¿Por qué vienen a buscarme? ¿Por qué no enviarme una carta? ―Cuestionó el azabache a Arthur Weasley.

―No es algo que se deba decir por carta Harry, tengo mis motivos para hacerlo de esta manera ―contestó Arthur ―hemos sabido de algunos ataques y no debemos bajar la guardia aún, debemos hablar en privado.

Hermione le indicó a Harry que fuera a la habitación de sus padres para tener mayor privacidad y ellos aceptaron.

Arthur Weasley avanzó detrás de Harry después de disculparse nuevamente por allanar su casa. El señor Weasley debía platicar con él antes de que fueran a la Madriguera.

―Creo que debería abrir la puerta sin magia señor Weasley.

―Vaya que soy despistado ―sonrió a la castaña y les gritó a sus hijos para que dejaran de burlarse ―Fred, George olvídense de hacerle algún tipo de hechizo tonto.

Sin saber muy bien porqué, le obedecieron.

―Bueno ―dijo uno de los pelirrojos.

―Claro ―respondió el otro no muy convencido.

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