CAPÍTULO 11

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11.

UNA FIESTA.

Ya era la hora. Harry y Ginny estaban celebrando juntos, lejos de la Madriguera, con el tiempo suficiente para preparar una fiesta espectacular.

Había globos y decoraciones por toda la sala y el comedor. Hermione convenció tanto a los gemelos Weasley como a Ron, aunque al principio no estaban de acuerdo con la organización, terminaron haciendo cada cosa pedida por la castaña. Al final valió la pena cada chantaje, hechizo y tiempo invertido.

Draco Malfoy esperaba en la puerta como un ladrón a punto de salir huyendo. La escena era un constante desafío de miradas entre los tres jóvenes Weasley y Draco, quien retaba con su imponente orgullo, recalcando que él había sido invitado por Hermione. No iba a engañar a nadie siendo un amigo políticamente correcto, ciertamente iba a hacer todo lo posible por fastidiarle la fiesta a los Weasley aprovechando la visita. Mientras, Ron lo miraba marcando terreno, que, no era suyo en realidad, porque se trataba del cumpleaños de Harry y Hermione estaba de acuerdo con que Malfoy participara en la celebración, ahora parecían más unidos, aunque Ron no los declararía como mejores amigos. Aun así, esa parte suya que adoraba a Hermione se ponía en acción ante la idea de comenzar una batalla campal a mitad de la casa. No arruinaría la primera fiesta de cumpleaños de su mejor amigo.

Hermione bajó por fin ante las miradas de asombro de los gemelos y los gestos boquiabiertos de Ron y Draco, que centraban toda su atención en ella. Los chicos sonrieron como tontos y Hermione correspondió con una mirada amable por hacerla sentir que había elegido el atuendo correcto, un vestido suelto arriba de la rodilla y sandalias.

Draco Malfoy no tardó ni un segundo en acercarse a la castaña y tomarle de la mano. Solo quería fastidiar a los Weasley y por la expresión de sus rostros supo que lo estaba consiguiendo.

—Estás preciosa —dijo en voz alta para fastidiar a Ron.

Hermione se ruborizo, una visión a la que Draco no estaba acostumbrado, y que incluso le gustaba.

—Gracias —musitó.

Tras decir esto, le guiñó un ojo a Hermione y entró a la sala cuando vio a los gemelos Weasley colocando los últimos adornos, no desaprovecharía ni un momento para molestarlos.

—Hermione, estás muy guapa —saludó Ron sonriendo con simpleza.

Hermione sonrió amablemente.

—Gracias, tú también te ves muy guapo.

Ron sabía que lo decía por ser su amiga y tampoco llevaba un mal traje, nada que ver con la ropa antigua que su madre le envió en cuarto año para el baile de Yule que lo hacía parecer de todo menos guapo.

— ¿Por qué invitaste a Malfoy?

—Porque ahora es nuestro amigo y no iba a desaprovechar el momento de mejorar la situación entre nosotros, en principio, no iba a venir, pero lo considero y esta aquí, eso habla de sus buenas intenciones, así que trátalo amablemente.

—Pero...

—Nada más, no lo hechices ¿quieres?

— ¡Qué envidia me da Malfoy! —refunfuñó el pelirrojo —hoy es intocable.

—No es para tanto, solo quiero que la fiesta para Harry sea perfecta y no quiero que tú o Draco se peleen en medio de la fiesta.

—No sé si resulte bien, pero si me provoca te prometo que me aguantaré las ganas de partirle un brazo.

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