CAPÍTULO 4.

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4.

UN ABRAZO AL CORAZÓN.

Finalmente llegaron a la casa de Hermione, Harry se alegró de encontrarlo normal y nada intimidante. Un hermoso jardín con rosas de diferentes colores, la casa nueva no era tan grande como en la que Hermione había vivido toda su infancia, pero igualmente de acogedora, en el fondo de una calle sin salida, un par de dormitorios, pequeña sala, comedor y cocina separados por una isla. Se parecía un poco a Privet Drive, pero las casas eran de paredes blancas y lisas en lugar de ladrillos rojos y cuadrados. La mayoría de las casas tenían garajes donde la gente mantenía autos muy parecidos a los del tío Vernon.

La residencia Granger tenía un garaje, un espacioso lugar con herramientas aquí y allá, al papá de Hermione le gustaba hacer muchas cosas manuales de carpintería y pintura en su cuarto de trabajo. Seguramente había tomado ese hábito en Australia y de regreso a Inglaterra lo seguía haciendo.

Harry movió su baúl del maletero del auto para darle espacio a las maletas de Hermione, rechazando cortésmente la oferta del señor Granger de hacerlo. Después de todo, le estaban haciendo el favor de llevarlo a pesar de ser un completo desconocido y Harry no quería parecer completamente inútil.

―Hermione, cariño ―dijo la señora Granger ― ¿Por qué no le muestras a Harry tu habitación? Estoy segura que no tendrá inconveniente en ayudarte a empacar algunas de tus cosas.

Harry asintió, desde luego que no le molestaba en absoluto poder ayudar a su amiga.

―Vamos Harry ―chilló Hermione mientras saltaba hacia la puerta principal.

El pasillo era más o menos como Harry había esperado. Un gran perchero de pie en una esquina y todo el lugar estaba alfombrado en una especie de lavanda opaca. Harry miró por el pasillo hacia la cocina, casi esperando ver una sala de espera en el otro extremo. La casa era de un solo piso limpio y ordenado, las paredes en color neutro y las puertas blancas lisas que conducían a los dos dormitorios.

Hermione estaba de pie en la puerta de la habitación en el lado izquierdo y Harry le ayudó a cargar su baúl hacia afuera. Harry levantó su baúl con cuidado de no dañar los muebles o el piso.

―Bueno, esto es todo ―dijo Hermione con un rastro de ansiedad en su voz.

Luego entre Harry y el señor Granger llevaron el equipaje al auto. Hermione andaba dando vueltas por toda la casa revisando no haber olvidado algo y Harry se acopló a su ritmo esperando no incomodar, pero a Hermione parecía no importarle mostrar todo a su alrededor.

― ¿Puedo pasar a tu baño? ―Pregunto Harry esperando no importunar.

―Por supuesto ―respondió Hermione, cruzando hacia la ventana y abriéndola para admirar las flores del jardín.

―Espero que lo encuentres, el baño esta por allá ―señaló el fondo pasando por la habitación de sus padres.

La habitación era la mejor hasta ahora. Un fondo azul fresco y una alfombra beige, la ventana que daba a la calle, el gran armario contra una pared, una televisión en una esquina al lado de una hermosa estantería de pino y al lado una cajonera. Hermione se sentó en la cómoda cama de sus padres esperando a Harry.

― ¿Qué te parece nuestra casa nueva?

―Creo que es genial ―Harry sonrió ―me gusta la habitación, desearía quedarme en un lugar como este.

― ¿No preferirías estar en la Madriguera? ―Preguntó Hermione tentativamente.

Esa era una buena pregunta, Harry pensó.

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