CAPÍTULO 12

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12.

UNA TÍA MUGGLE.

Dos semanas antes del comienzo del curso, irían al callejón Diagón a comprar todo lo necesario para el curso. Al menos ese era el plan que tenía Hermione con Harry, desde que el azabache supo que regresarían a clases el año siguiente, entonces decidió que Hermione lo acompañara.

El padre de Hermione había acordado llevarlos a Londres para comprar sus útiles escolares para el nuevo período. La lista de libros de Hogwarts no contenía sorpresas, el último libro Estándar de Hechizos y actualizaciones Avanzado de Intermedio para todas las materias que estudiarían en su séptimo año. Hermione tenía más libros que comprar, debido al hecho de que estudió considerablemente más materias de las que no parecía posible, ni necesario o saludable.

Después de dejar al señor Granger en el lado muggle del Caldero Chorreante, Harry y Hermione se abrieron paso por el pub, más abarrotado de lo que Harry podía recordar. Atravesaron hacia el Callejón Diagon. Después de una rápida parada en Gringotts para abastecerse de dinero se dirigieron por una calle significativamente llena hacia Flourish y Blotts. Acababan de salir de Gringotts cuando una voz aguda atravesó el aire chillando en su dirección.

―Mira quién es.

Era Pansy Parkinson una de las Slytherin junto con una parte de la pandilla de Draco Malfoy.

―Es Potty Potter y la sangre sucia.

Ni Harry, ni Hermione le hicieron caso.

―Granger, pensé que eras inteligente. ¿Nadie te ha dicho que salir con Potter es como un boleto a la muerte? ―dijo en tono confidencial.

La pandilla de amigas feas y manchadas que acompañaban a Pansy se rio con fuerza mientras se burlaba de Harry. Hermione perdió la mirada nerviosa que había estado usando toda la mañana, volviéndola ardiente como la que usaba contra Dudley.

―No me hagas hechizarte, Parkinson. ―Hermione frunció el ceño, su brazo se deslizó hacia el de Harry y lo apretó con fuerza. ―No quiero hacerte más fea de lo que ya eres.

Los Slytherin dejaron de reír, Crabbe y Goyle y parecían amenazantes. Cada uno tenía aproximadamente el doble del tamaño que Hermione, mostrando rastros de vello facial y algunos cráteres, resultado de las cicatrices del acné.

Harry sacó su varita y los chicos le dispararon miradas aprensivas, un niño que había sobrevivido al ataque de Lord Voldemort y lo había matado era una perspectiva diferente y se alejaron, lanzando amenazas sin palabras a Hermione.

―No dejes que todos estos insultos te afecten ―sugirió Harry con una mirada sombría. ―Están dirigidos a mí después de todo.

―La gente siempre te está molestando, Harry no es justo y ya no lo toleraré.

Harry guio a Hermione por la calle. Estaba abarrotado de gente, todos apresurados para llegar a las tiendas, con bolsas abultadas y paquetes. Flourish and Blotts estaba justo adelante, la corriente familiar de estudiantes de Hogwarts entrando y saliendo de la puerta de la tienda era visible desde la distancia. Harry estaba a punto de entrar cuando, sobre las cabezas de la multitud, una mata de pelo rojo ardiente sobresalía.

Viéndolo parado, ahora Ron tenía más de seis pies de altura, alto y desgarbado, su cuello se alzaba sobre la mayoría de las personas más jóvenes a su alrededor. Se dirigió hacia Harry y Hermione con un paquete bajo el brazo.

―Hola Harry, estaba empezando a pensar que no me encontraría contigo ―dijo Ron.

Miró hacia Hermione y sonrió alegremente.

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