Capítulo 13

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Capítulo 13

Los días aún seguían algo lluviosos  y la verdad es que me encantaban, estar en mi cama con un libro y una gran taza de café con leche mientras escuchaba la lluvia impactar para después resbalar por el techo daba como resultado el día perfecto para mí, como verán no soy muy amante del sol y he ahí el porqué de mi palidez.

En fin, todo día lluvioso significaba felicidad para mí, pero hoy por primera vez en toda mí vida maldije a quien se le haya ocurrido estas gotas de agua que caen del cielo.

—Esto no es bueno —susurré por lo bajo, mientras meditaba que hacer. Tenía dos opciones:

1- Echar a correr por la avenida y encontrar lo suficientemente rápido un taxi.

O

2- Correr por la avenida y encontrar rápido un taxi

Menos mal que yo soy de soluciones rápidas y no le doy mucha vuelta a las cosas ni las medito mucho, aun así me cuesta un poco elegir la mejor opción, mi instinto me dice que debo elegir la uno, aunque la dos también suena tentativa.  Al diablo, elegiré la uno.

 Si señores me destaco por mi inteligencia, si era lo que estaban pensando.

Los pondré un poco en el contexto de la situación. Me encontraba en la puerta de salida de la peluquería con una iluminación y planchado perfecto en mi cabello y el más grande dilema que una mujer puede tener en la vida, salí hacia el diluvio y desperdicié una hora y media de peluquería o… okey, no soy muy buena para plantearme segundas opciones. Es que estas cosas solo le pasan a mi pelo, que parece tener más mala suerte que yo últimamente.

1 hora después…

—¡¿Qué le ha pasado a tu cabeza ahora?! —exclamó Charly un tanto horrorizada.

—¿Qué? ¿Acaso no te gusta? Pero si es la nueva moda, todos lo usan —mencioné con falso entusiasmo.

—Bien, veo que pusiste tu sarcasmo en modo on —dijo Charly dándose cuenta de mi estado.

Mi pelo era algo así como el esos horribles trols que tienen el pelo de colores y en punta. Como se podrán imaginar era todo una hermosura en esos momentos.

—Pero pensé que ibas a la peluquería —dijo mi amiga con una mueca en su rostro que denotaba su confusión.

—Y así fue —respondí desganada al mismo tiempo que me tiraba en mi cama.

—Ay, Joyce —me dijo ella con la cara iluminada como si ahora entendiera todo—. ¿Cuántas veces te dije que no vayas a lo de Doña Clark a cortarte el pelo? ¿Es que solo el nombre no te hace dar media vuelta y largarte de ahí? Pero claro, no te bastó con la última vez que fuiste y —La corté antes de que siguiera con su discurso, la verdad es que ya me estaba sacando de mis casillas, si sólo las tuviera…

Todos contra todos: La batalla recién comienza - PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora