Capítulo 12

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Capítulo 12

Las semanas siguientes pasaron tranquilas. En el club de solidaridad todo era mejor, ya estábamos pidiendo los presupuestos para comenzar a comprar los materiales de las viviendas y Jessica, una de mis compañeras, empezó a hacer los planos; Brenda Cloth, Madison y la otra se encontraban calmadas, como en una tregua; Respecto al acuerdo que tenía con el superior Smith, cada vez iba avanzando más y más, ya había conseguido el número telefónico de Jasmine; a mis dos hermanos no me los crucé, pero sí pude darme cuenta desde la distancia que Liam siempre tenía un ojo puesto en mí, esperando algo de lo que todavía no me enteraba; James y Mel, mi compañera de mesa, habían comenzado a salir, por lo que el neandertal mayor también pasó de mí olímpicamente. Por este hecho, algo dentro de mi corazón se revolvía. No sabía si eran celos o si simplemente me molestaba que las dos personas más idiotas de sexos opuestos del instituto se hayan complementado, mientras yo con Hans avanzaba muy lentamente. Al cabo de unos días me di cuenta de que sentía eso porque James ya no estaba detrás de mí, ya no me molestaba y los días se me hacían un poco más largos. Todas las energías negativas que iba engendrando dentro de mi tórax no podían ser canalizadas de ninguna manera, la gente de mi entorno se estaba comportando fastidiosamente bien; Los días fueron monumentalmente aburridos.

Un lunes, luego de haber estudiado 3 horas seguidas para mi examen de francés, decidí que sería mejor tomar un respiro y salir a refrescar mi cerebro. Me calcé las botas esquimales, me abrigué con la campera más resguardada y salí de la habitación. En el pasillo no me crucé con nadie, pero no me sorprendió; afuera estaba lloviendo cántaros. Cuando llegue a la puerta de entrada no supe dónde ir. No sabía qué hacer, así que decidí ir a hablar con Liam, que se encontraba realmente raro.

Cuando toqué timbre a su habitación nadie me contestó. Esperé aproximadamente 5 minutos y llamé como 25 veces, pero no se encontraba ahí. Repasé mentalmente todos los lugares en los que podía estar y me convencí que probablemente estaría con Jack o James. Caminé los pocos pasos que separaban un dormitorio del otro y pulsé el botón. A los pocos segundos apareció el amigo bueno con el torso desnudo y unos pantalones de pijama. El pelo despeinado y su cuerpo medianamente formado le daban el aspecto de modelo de Calvin Klein. Debió notar mi sorpresa al descubrir lo guapo que era, porque, con los ojos entreabiertos, me hizo un ademan con la mano incentivándome a entrar. Cuando ya estuve sentada en una de las camas, la ordenada, James cerró la puerta. Silencioso, fue hasta su armario y se vistió con una remera holgada. Me sentía una intrusa mirando aquel espectáculo, una espectadora fuera de lugar.

—¿Qué necesitas, Joyce? —preguntó con una voz ronca extremadamente sexy. Mi pensamiento pervertido me despertó y puso en marcha mi mecanismo.

—Me preguntaba si aquí se encontraba mi hermano —respondí en un susurro, altamente afectada. Me maldije por ser tan estúpidamente influenciable. 

—Pues… No está —contestó sentándose enfrente mío. Nos inundó un silencio incómodo. Miré a todos lados evitando sus ojos. Sentía como crecía la tensión sobre nosotros—. Puedo acompañarte a buscarlo. Se acaba de ir. Propuso, rompiendo el silencio.

Le agradecí mentalmente como nunca lo había hecho por haberme sacado de ese momento. Les aseguro que si no lo hubiéramos cortado en 5 minutos más, posiblemente me hubiera abalanzado hacia él y le hubiera vuelto a sacar la remera.

—Me parece perfecto, gracias —alegué poniéndome de pie.

—Espérame afuera un momento, ahora salgo. —Ésta vez, al hablar, me miró a los ojos. Y sin darle una respuesta, salí de esas cuatro paredes.

Todos contra todos: La batalla recién comienza - PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora