Capitulo 2

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Capítulo 2

El salón estaba ordenado de tal manera que en el centro había una gran pista de baile. Muchos alumnos ya estaban ubicados en mesas y otros parados conversando. Nosotras caminamos hasta nuestro lugar habitual, en el medio de todos, donde éramos. (La risa de Gwen nos ayudaba un 70%, era… “Llamativa”).

Aunque con llamativa no alcanzaba para describirlo, creo que tendría que ser un conjunto de palabras: poderosa, chillona, ni muy aguda ni muy grave, escandalosa, prácticamente era como pisarle la pata a un gato o jalarle la cola a un caballo, o mostrarle un ratón a un elefante. En fin, esa risa era la culpable de que en ese momento Ash le gritara a Gwen que se callase un poco, y cuando a Gwen le dicen que calle su risa no es bueno.

—¿Por qué no te vas a la mierda? —preguntó Gwen.

Nada bueno…

Gwen no era de esas chicas agresivas que armaban una historia por todo, al contrario, era muy pacifica, pero con su risa no se pueden meter, aunque a Ash no le quedaba claro.

—¿Por qué no quiero acercarme a ti idiota? —¿Ya mencioné que Ashley podría ganar cualquier premio en saber defenderse? Gwen estuvo a punto de gritarle algo en la cara, pero no pudo. Una chica de pelo marrón y ojos verdes le tiró el agua de un florero. Nuestra amiga agredida se dio vuelta inmediatamente y se lanzó sobre la chica como si fuera un león. Una de las dos chicas que estaban atrás de la ojiverde, agarró el brazo de Cher y la tiró al piso. La otra, más grandota, tomó el pelo de Betty hasta levantarla de la silla. Gran error. Con Bet nadie se  metía, porque venía con un combo: Ashley. Lastimas a Betty es igual a molestas a Ashley. No sé bien como pasó, pero en cuanto Ash se levantó para empezar ese juego de ver quién es el león rey… ya lo habíamos encontrado cuando el señor Smith hiso acto de presencia. Él. El más temido por toda la jungla, digo... La escuela.

Nos llamó el superior desde la punta, todos los gritos de pelea y las guerras de comida causadas por nuestro alboroto cesaron. Un silencio de otro planeta se presentó.

—Ustedes vienen conmigo —dijo el presidente del instituto, la figura suprema.

Oh, oh, oh. Eso estaba mal. Cuando ese hombre solo usaba esas tres palabras y no un grito ensordecedor y desquiciado, es que algo andaba mal, muy mal. O puede que se haya vuelo a pelear con su esposa y lo único que nos diga sea:

“Ya estoy harto de las mujeres y sus peleas y estupideces”. Pero si no era eso, la opción dos iba a ser horrible. Y pensando en esto, y dirigiéndonos a la oficina, al entrar en ella y ver la foto de su esposa en la encimera de su escritorio y no a su amante o una de sus prostitutas (todas de Alemania), fue cuando el mundo se me vino abajo, y por las caras de las chicas me di cuenta que no fui la única que se dio cuenta de ello.

—Ese comportamiento es IN-A-CEP-TA-BLE. —Si pensamos que no llegaríamos a los 20 años por ver a su esposa en un portarretrato, nos dejó en claro que no llegábamos a los 18 cuando separó en silabas ésta palabra—. Estamos en un prestigioso instituto. Uno de los más solicitados. Eso significa que es necesario COM-POR-TAR-SE. —Miró a las tres salvajes de primero y se le aflojó un poco el ceño fruncido, pero luego nos miró a nosotras 6 y se le volvió a fruncir—. Ustedes —dijo señalando con el lápiz a las agresoras—. Ustedes zafan porque es su primer día. —Sus expreciones de alivio de las idiotas pusieron de más mal humor a Ashley, que casi se les tira en sima de nuevo.

—¡ES INJUSTO! ¡ELLAS EMPEZARON, ELLAS SON LAS CAUSANTES DE TODO ESTO! —gritó el combo de Beth mientras ésta última lloraba incesablemente.

El señor Smith la ignoró monumentalmente.

—Chicas, se pueden ir a sus habitaciones, ésta noche no estarán en la fiesta. Es parte de su castigo. —Tras decir esto, las tres chicas de primero se retiraron lo más rápido posibles llegando a un punto a parecer desesperadas—. Ahora —El director nos miraba a nosotras—, ¿Quiénes fueron involucradas? —Le preguntó a Leslie, que era una de las más calmadas. Beth seguía llorando, Ashley seguía gritando, Cher se quejaba, Gwen chateaba con alguien a través de su celular, Charly había desaparecido (estoy segura que se hiso la tonta y se retiró con las de primero) y yo seguía en estado de shock.  Leslie habló.

—Las chicas de primero empezaron todo —comentó mientras mascaba chicle con actitud arrogante—. Mojaron a Gwen y después le tiraron de los pelos a Beth, Ash la ayudó. A Cher la tiraron al piso.

—Usted y la señorita Sullivan pueden retirarse. —Nos miramos, miramos a nuestras amigas y nos fuimos.

♥♥♥

Como todas las mañanas de ayer en adelante, corrí hasta nuestro curso. Cuarto A. Obviamente, llegaba tarde. Abrí la puerta y asomé mi cabeza. La profesora Abdou me miró conteniendo rabia y se fijó la hora en su reloj de muñeca.

—40 minutos tarde —dijo indignada. Sonreí con miedo—. No entiendo cuanto te cuesta poner el despertador en hora. — Sacudió la cabeza—. Ve a la oficina de la secretaria Foster.

—Por favor, no. Nunca más se repetirá. —Puse mi mejor cara de víctima y junté las palmas de la mano.

—Con la secretaria.

—Per…

—Con la secretaria dije, mierda. —Suspiré derrotada. No era raro que la profesora diga esas cosas. Siempre nos andaba diciendo “mierdas, maleducados, zorras” y toda clases de insultos.

Como no tenía ganas de ir a ver a la señora Foster, caminé por los pasillos para llegar a mi habitación. Estaba atravesando el gimnasio cuando escuché una conversación.

—Sí, está buenísima. —La voz me sonaba levemente familiar. Aparentemente estaban parados en un lugar, porque no se oían pasos. Solamente palabras, susurros y silencios.

—La que ha mejorado mucho en las vacaciones este año es Charlize McDonald. —Por el mero hecho de escuchar el nombre de mi amiga en otra voz masculina familiar, me escondí detrás de un tacho de basura para seguir escuchando.

—Es verdad, ha bajado de peso —coincidió el otro—. Pero hay que admitir que la más bonita es Gwen.

No era raro escuchar que Gwendolyn era la más sexy de nuestro grupo. Además era porrista. Una chica perfecta.

—Hay que admitir que todas están buenas en ese grupo.

—Excepto Joyce. Ella podría llegar a ser divertida, pero ni siquiera eso.

Sin querer se me escapó una lágrima, pero la sequé antes de derramar más. Me armé una coraza de hierro y decidí salir. Ya lo sé, sería más prudente que me valla corriendo a mi cuarto a llorar, pero no podía irme sin saber quién era la persona que pensaba eso sobre mí.

Haciendo ruido con los tacones, me asomé a la pared del gimnasio. Y los vi. Vi a los semejantes monstros que eran capas de tirar autoestimas de miles de chicas en tan solo 10 minutos.

Los dos me miraron horrorizados.

—Hola, bonita —dijo Jack Green, un rubio de ojos claros. Obviamente, tenía una sonrisa forzada y se le olía el miedo.

—¿A mí me dices? —pregunté alzando una ceja, cruzando los brazos por debajo de mis senos y parándome en una pose de mujer maravilla. Los dos tragaron saliva. Ellos más que nadie (en especial James), sabían mis métodos de tortura. Eran compañeros de mi hermano Liam, que estaba en último curso. Y cada vez que Liam se aprovechaba de alguna chica indefensa, no dudaba en emplear  mis habilidades. Él era extremadamente machista, y yo extremadamente feminista, pero a pesar de ello, nos llevábamos bien.

—Era mentira —se defendió James King.

Sonreí haciéndome la que les creía, y por un microsegundo, vi el alivio en el rostro de ambos.

—Ustedes elijen. ¿Qué le digo a la directora Foster? ¿Qué hacen fiestas con alcohol los sábados por la noche, o que se acuestan con la profesora de biología?

Ellos me miraron sorprendidos por todo lo que sabía. Pero era lógico que conociera todos los chismes. ¡Teníamos a Cheryl Wanda Rogers como mejor amiga! Y ella se enteraba de absolutamente todo. Y de la nada, se me ocurrió una idea. La mejor idea. La idea del siglo.

—¿Saben qué, chicos? Mejor no les voy a decir nada de esto a nadie. —Los amigos sonrieron—. Pero, vamos a hacer un trato. ¿Están interesados?

Ellos asintieron al unísono y me acerqué.

Todos contra todos: La batalla recién comienza - PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora