Maestra endemoniada

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Giró por enésima vez en el colchón que, a cada vuelta, parecía estar más duro.  La fuerza de sus exhalaciones se acrecentaba tanto que casi pudiesen habérsele herido los pulmones; estaba molesto y quería convencerse a sí mismo de que la razón era la estúpida cama. 

Ahogó un grito frustrado y arrojó las cobijas a un lado para levantarse. No fue necesario mirar el reloj, faltaban sólo un par de horas para el amanecer. 

Caminó hasta la cocina y se sirvió un vaso de agua, mismo que casi escupe del susto al ver a su gemelo a su lado.

  — ¡Pedazo de idiota! — gritó, arrojando el vaso a la tarja—, ¿acaso quieres matarme? 

  Rin se rascaba la espalda con su cola y se frotaba los ojos al tiempo que emitía un sonoro bostezo. 

— ¿Ahora qué te sucede?, ¿te llegó el periodo? —Volvió a bostezar Rin—. No es mi culpa que dejaras tus lentes en casa de la ce... Izumo. 

  Yukio exhaló profundamente. Se estaba esforzando por no recordar lo que había pasado unas horas atrás y, cuando por fin lo logró, llegó Rin a sacarlo de nuevo...

— Iré por ellos en la mañana — anunció en tono molesto. 

El gemelo mayor miró el reloj que tenían en la sala, cortesía de Shiemi cuando se mudaron. 

Inmediatamente una sonrisa se instaló en su rostro al pensar en la rubia.

— Creí que no volveríamos a verla... —Interrumpió Yukio con un hilo de voz apenas audible pero capturando su atención—.  Y ahora vuelve, como si nada hubiera pasado, con el imbécil teñido y...

  — Eso es lo que realmente te molesta, ¿no es así? — Yukio alzó una ceja—. Que esté casada. 

  — No —se apresuró— , no es... no tiene que ver con... es sólo que... — gruñó.

— Si terminas alguna de tus oraciones juro que lograría entenderte mejor, Yukio — dijo Rin, cruzándose de brazos. 

Volvió a suspirar y rodeó a Rin para lograr salir de la cocina. 

— Vamos a dormir. Tenemos la misión a primera hora. 

El otro contorneó los ojos.  

— Como quieras. —Dijo y se agachó a revisar qué encontraba en el refrigerador. Eso de ser un demonio estaba por acabar con sus finanzas si seguía comiendo así—.  Pero juro que si das una maldita vuelta más, ocuparé mis balas en ti y no en los demonios de esa escuela. 

Sólo escuchó la puerta de su hermano cerrarse en respuesta. Suspiró y negó con la cabeza. 

Pobre de su gemelo.

*********

Tanteó por toda la cama para encontrar el jodido celular que se había escondido entre las cobijas y que no dejaba de sonar. Abrió los ojos y cuando vio quién la llamaba, soltó las palabras más obscenas que tenía en su vocabulario. 

Desvió la llamada y volvió a acomodarse en la almohada. Pero estaban decididos a arruinarle la mañana. 

  — ¿Qué quieres, Mephisto? —gruñó al teléfono.

  — Mi muy querida pelirroja. No deberías dormir hasta semejantes horas de la mañana. Eres una maestra ahora, ¿qué ejemplo quieres dar? 

— ¿Por qué no te vas al carajo y me dejas seguir durmiendo? Pasé una pésima noche.

Mephisto chistó la lengua varias veces.

— ¿Problemas maritales? 

—¿No encontraste una mejor habitación para mí? 

Last chance (Ao no Exorcist)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora