Un nuevo portador

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Yukio miró desde la ventana toda la escena. Veía a su hermano y parecía su hermano; igual de explosivo que siempre. Miraba a Arthur y lucía como la misma serpiente venenosa de siempre. Pero miraba a la pelirroja y no hallaba nada... Esa mujer ahí de pie era todo menos la Shura de sus recuerdos; esa no era su Shura.

En la mente de Yukio sólo quedaban dos opciones: Shura estaba jugando un extraño juego en el cuál debía ser más listo que ella para descubrirlo; o bien, esa era la nueva Shura.

En cualquier caso, perderla no era una opción. Debía jugar muy bien sus cartas para recuperarla.
Es decir. Recuperar a su amiga. A su maestra. Sí.

La puerta se abrió y dejó pasar a la pelimorada, que de inmediato lo regañó por estar de pie.
Yukio se dejó guiar de vuelta a la cama, lugar donde se recostó  y donde las manos de Izumo le ayudaron a conciliar el sueño.

⊙.☉

Las semanas siguientes fueron bastante estresantes. Se cruzaban con Shura en los pasillos o en el desayuno pero apenas había intercambio de palabras y no había un solo momento en que Ángel dejase sola a la pelirroja.

Rin estaba totalmente enfurecido. Shiemi era más paciente e Izumo... Izumo mostraba su lado más cariñoso cuando estaba con Yukio, cosa que , sinceramente, tomaba en curva al gemelo mayor, pero al mismo tiempo lo agradecía.

Las misiones eran sencillas, pero siempre tenía la sensación de que alguien los miraba. Había intentado tender alguna trampa al espía pero todas resultaban inútiles. Se había mostrado débil, había fingido desmayos e incluso  simulaba dormir plácidamente.
Quien lo estuviese siguiendo era alguien entrenado y debía buscar algo más. La pregunta era "¿qué?".

Ese cuestionamiento estaba robándole los días y las noches enteras, junto con la tranquilidad y el sueño.

Aquella noche tocaron a su puerta.
Miró el reloj.  Eran casi las 11 pm. ¿Quién podría ser?

Dejó el libro que sostenía en sus manos (porque ni siquiera podía concentrarse para leer) y se levantó del escritorio.
Abrió apenas unos centímetros de la puerta y vislumbró la cabellera morada de Izumo.
Yukio ahogó un suspiro y sonrió débilmente.

— Hola, Izumo. —Saludó, acomodándose los lentes—. ¿Qué haces aquí? Es tarde. ¿Te encuentras bien?

—Sí, es sólo que terminaba de calificar exámenes y creí que podríamos cenar juntos... Claro, si tú quieres.

—Sí, lo lamento, disculpa. —Yukio se apresuró a dejarla pasar. Toda su habitación estaba hecha un desastre, algo no habitual en él—. Perdón, no creí recibir visitas.

La cena transcurrió en silencio, con conversaciones más rutinarias que nada, logrando poner incómodos a ambos chicos.

Cuando Yukio miró el reloj por enésima vez, Izumo se apresuró:

—He tenido la impresión de que has estado evitándome un poco... —murmuró, mirando el plato frente a ella—. Has estado muy extraño desde el día del hospital. —Yukio parecía no entender—. Me refiero a: sí, salimos para las misiones, nos vemos para cenar por las noches, pero... Apenas y me tocas cuando nos cruzamos por los pasillos. Es como si todo el tiempo estuvieses esperando a alguien más... —a la pelimorada comenzaban a escapársele unos cuantos sollozos y rápidamente los limpió con una servilleta—. O quizá, simplemente a quien no deseas es a mí...

—¿Qué dices, Izumo? —Yukio rápidamente dejó su lugar y se inclinó a su lado—. ¿Cómo podría no querer verte? Has Sido un verdadero apoyo para mí desde hace tiempo. Eres bondadosa, amable, me has cuidado tanto... Has sido de mis mejores amigas siempre.

Last chance (Ao no Exorcist)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora