Mi Preciada Joya: Agape y Eros

Regalo de Invierno

Después de escuchar todo lo que Viktor había dicho, el japonés trató de asimilar todo aquello, era una historia realmente triste, incluso más triste y dolorosa de lo que él había imaginado. Él podía comprender el dolor que sentía al ser dejado de lado por la persona que amas, pero con la diferencia de que él podía ver a Otabek cuando quisiera y pedirle una explicación cara a cara; sin embargo, Viktor no podía hacer eso, su amado ya no existía y nunca tendría la oportunidad de que sus preguntas fueran respondidas.

-Y de ese modo fue que llegaste a Japón, para convertir aquella casa en tu prisión personal – dijo en un tono sereno el joven – ahora entiendo porque dijiste que no confiara en nadie, cuando entregas tus sentimientos ciegamente a una persona, corres el riesgo de ser lastimado, tú lo sabias muy bien y trataste de impedir que yo pasara por lo mismo.

-Es cierto, me hubiera gustado que no sufrieras, pero supongo que cada persona debe aprender a sobrellevar sus propios sufrimientos, es parte de la vida – ambos se quedaron viendo como el color naranja comenzaba a teñir el cielo, era una hermosa vista – será mejor que regresemos o se preocuparán por ti – sugirió el ruso.

-Tienes razón, si me vuelve a dar fiebre mi madre se podría enojar, porque no descansé y nos pasamos fuera de casa todo el día, de todas maneras, mañana voy a ir con mi médico para que haga una última evaluación.

- ¿Te puedo acompañar? – El ruso quería estar seguro de que su amigo ya estaba bien, porque eran amigos ¿Verdad?

-Claro que puedes, no veo porque no puedas – el joven se levantó de la arena donde había estado sentado y le extendió su mano al ruso, para que se pudiera apoyar en ella y levantarse. Ese día Yuuri descubrió que su ídolo era tan humano como lo era él, y de ahora en adelante si era posible, quería ser un apoyo para él, un amigo con el que pudiera contar siempre.

Ese día Viktor pasó la noche nuevamente en Yu-topia, cada vez le gustaba más ese lugar, la calidez de las personas que vivían en ese hogar le daba la paz y la tranquilidad que hace mucho tiempo no sentía, sin mencionar que Yuuri le hacía sentir que podía ser útil para alguien, le gustaba que aquel chico lo tratara como la persona que era y no como "el famoso Viktor Nikiforof", hasta cierto punto le recordaba a Takumi; aunque sabía que eran personas totalmente diferentes, debía dejar esa línea bien clara.

A la mañana siguiente fueron a la clínica donde el doctor le hizo las evoluciones correspondientes a Yuuri y le dio un par de recomendaciones, entre ellas bajar un poco de peso y mantener una dieta más saludable, para evitar problemas con su presión arterial, por lo demás todo estaba bien. Dicha noticia tranquilizó a un ansioso ruso, pero se dispuso a ayudar al joven en lo que pudiera para que lograra mejorar aún más su salud.

Esa noche Yuuri recibió una llamada de Chris, este le decía que si podía ir a Tokio a firmar el contrato y que necesitaba darle el itinerario que debía seguir hasta la inauguración de la tienda y lanzamiento de su primera colección de diseños de joyas. Al que no le agradó mucho la noticia fue a Viktor; ya que estaría dos semanas lejos de su amigo, se había acostumbrado tanto a su presencia, que no sabría qué hacer cuando él no estuviera, para tranquilizarlo un poco el joven le dejó su número de celular para que le llamara o mandara un mensaje cuando quisiera, pero el ruso sabía que no sería lo mismo.

Al llegar a la urbe de la ciudad el joven se sintió un poco dolido, en ese lugar había creado muchos recuerdos con Otabek, aún era difícil acostumbrarse a su ausencia; pero debía seguir adelante, aunque doliera su vida estaba cambiando, y lo estaba haciendo para bien. Se dirigió directamente a las oficinas de Joyerías Celestial, quería asegurar ese contrato lo antes posible, al menos eso quería asegurar que fuera suyo, el tráfico en la ciudad era pesado, lo que aumentó el tiempo para llegar a su destino, pero mientras esperaba para llegar, escribió un texto para Viktor, diciéndole que había llegado bien y sin contratiempos, no imaginó que en pocos minutos recibiría una respuesta, pero al verla no pudo evitar sonreír y de inmediato responder, estaba tan distraído que no se dio cuenta de que había llegado a su destino.