Capítulo 2

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Cruzamos el apartamento, en dirección hacia la puerta. Los otros dos hombres, que ahora podía ver que llevaban puestas unas horrendas mascaras de payasos, nos siguieron al vernos. Observé lo que cargaban: metralletas. ¿Tres hombres armados para secuestrarme? Si no querían el dinero, ¿por qué arriesgarse a secuestrarme a mi? Quizá querían extorsionar a mi padre a cambio de algo... ¿pero qué podría querer Joker de mi padre si no era dinero? Esto era simplemente muy extraño.

Estaba muy asustada. Si me estuvieran secuestrado esperando cambiarme por dinero, el trato incluiría entregarme sana y salva. Pero no era el caso. No. Por lo que sabía del Joker, gracias a las noticias, si este plan incluía su diversión, sin duda incluía mi dolor. 

Salimos al pasillo y no se preocuparon en cerrar la puerta de mi apartamento. Tontamente me indigné por unos segundos, y luego descarté esa insulsa preocupación. Mi vida era más importante en esos momentos. Joker soltó finalmente mi muñeca. La tomé con mi otra mano y la sobé para intentar quitarme el dolor. 

Casualmente, el payaso pulsó el botón para llamar al elevador, y comenzó a tararear una canción desconocida.

-¿Tomamos el elevador? – pregunté, sin poder creerlo.

Era tan extraño, hacer algo tan común.

-¿Quieres bajar por las escaleras? – preguntó, girando su rostro para mirarme, elevando sus cejas mientras señalaba con su pistola hacía la puerta de emergencia – Porque yo no –sentenció, volviendo su atención hacía las puertas de metal del elevador abriéndose –Damas primero.

Entré lentamente al elevador y ahí mismo, al tener a los tres hombres de espalda, me di cuenta la poca ropa que llevaba encima. Mi corto pijama y arriba la estúpida bata de seda que no cubría todo lo que hubiese querido. Demonios, incluso estaba descalza. Tomé la bata, cerrándola más con las manos y me arrinconé en una esquina. Encontrarme dentro de un lugar tan pequeño con ellos no era para nada placentero. Para peor, las dos metralletas de los secuaces apuntaban en mi dirección. Por fortuna, Joker había guardado su arma. 

Cuando llegamos a la planta baja, estaba de hecho aliviada. Al abrirse las puertas salté hacia afuera, feliz de tener más espacio, pero me quedé en shock con la escena que vi. Los hombres de seguridad se encontraban en el piso, pálidos, con una horrorosa sonrisa rígida. Sus ojos estaban abiertos y desencajados. Había oído del gas del Joker, pero nunca había visto sus efectos en persona. Sus expresiones eran desagradables. Me dejé caer de rodillas al suelo, sin poder pestañar. Me quedé allí, quieta, temblando ligeramente. Sentí todo moverse y volví en mí, dándome cuenta que tenía lágrimas corriendo por mis mejillas. Joker me había levantado y me sostenía con fuerza por ambos hombros para que no volviera a caerme, observándome de frente.

-Muertos...-murmuré, sin poder decir o pensar en nada más.

Miró sobre su hombro a la puerta de entrada, observando a los hombres de seguridad por un momento, y luego volvió su vista hacia mi. 

-Puedo ver eso- dijo, como si aún esperase que dijese algo con algún significado importante.

-¡Están muertos! ¡Lyle, Boris!- grité, fuera de mi.

Hizo un pequeño paso, acortando la distancia entre nosotros, y habló con un tono casi exasperado.

-Eres muy observadora – comentó con una sonrisa en los labios – ¿Sabes, Kats? No durarás mucho si este tipo de pequeñeces te sensibilizan.

No esperó respuesta alguna y me soltó, dándose la vuelta y murmurando algo para sí. Comenzó a caminar e interpreté que debía seguirlo. Detrás me escoltaban los otros dos hombres. Mientras caminaba hice girar mis hombros, para calmar el dolor donde me había agarrado. Pasé por en medio de los guardias, y mantuve la cabeza al frente, sin mirarlos. No podía soportar verlos así. ¿Acaso había querido decirme que debía acostumbrarme a ver cadáveres? Eso no iba a ser posible.

Al salir me encontré con el frío aire del otoño. En mi edificio el clima era cálido y el cambio me golpeó duro en el rostro, sacándome algunas lágrimas. Nuevamente me abracé, y me cerré la bata con fuerza, tiritando. Miré mis pies, descalzos, y me detesté por no haber utilizado el tiempo que me habían dado en ponerme ropa que me cubriese más. Comencé a inhalar y exhalar profundamente, utilizando el frío aire para despejar mi mente. No podía escandalizarme, no podía entrar en pánico, ponerme a llorar. Debía mantenerme calmada para sobrevivir.

Había una Van negra del otro lado de la calle y no tenía que ser una genio para entender que ese debía ser su vehículo. Nos dirigimos hacia ella y frenamos detrás, frente a las puertas traseras. El Joker abrió la puerta, colgando ligeramente de la misma al mantenerla en posición, señaló hacia adentro y comprendí que debía subir. Suspiré y obedecí, sin tener otra opción. No habían asientos ni luces dentro, solo una pequeña ventanita y varios bolsos, por lo que me acurruqué en el piso, presionando mi espalda contra la fría pared de la camioneta. Uno de los secuaces comenzó a subirse también, pero la puerta se cerró violentamente sobre su pie, produciendo un horrendo ruido de rotura, sacando un grito fuerte del hombre.

-Disculpe, señor, pero ¡esta es la sección V.I.P.!- dijo Joker, abriendo la puerta nuevamente. El hombre cayó al piso, sosteniendo su pie, gimiendo de dolor. Joker se dirigió al otro secuaz- Bueno, al parecer tú deberás manejar. Nuestro amigo aquí parece bastante inútil ahora, ¿no?- Luego se arrodilló en frente del adolorido muchacho y le quitó la máscara de payaso – Oh, sh, sh. Déjame ver eso- con su mano alcanzó el pie y lo presionó fuertemente contra el pavimento, haciéndolo gritar de agonía, mientras llevó su mano dentro de su abrigo –Sí. Eso no puede ser bueno... Bien, qué más da- sin decir más, sacó su pistola y disparó al hombre, matándolo. Señaló al otro secuaz con la pistola y le hizo gestos para que se dirigiese al frente de la camioneta- No más retrasos. ¡Hay que avanzar!

Mientras el otro hombre se dirigió sin chistar hacia la cabina del conductor, Joker subió a la parte de atrás, conmigo, y cerró las puertas, guardando su arma nuevamente. 

En mi mente ahora no solo se encontraban Lyle y Boris con sus rostros desfigurados, sino también un joven con un pie roto y un tiro en la cabeza. Estaba comenzando a ser más de lo que podía soportar.

Joker me observó y me apuntó con un dedo.

-Cuenta hasta tres.

Lo miré sin comprender.

-¿Cu-cuento hasta tres? ¿Por qué?

Metió la mano en su bolsillo y me contestó con excitación.

-Es una sorpresa. Ya verás.

Inhalé profundamente, intentando calmarme a mí misma. Tenía muchísimo miedo. ¿Qué era lo que tenía en su bolsillo? ¿Qué iba a hacerme cuando contase hasta tres? Si no contaba hasta tres, ¿sería peor? Decidí hacerle caso. No tenía mucha más opción.

-Está bien...-dije insegura- uno..., dos..., y....-cerré los ojos para decir el último número, esperando que me disparase o algo.

Su voz me interrumpió.

-Abre los ojos, Kats. ¡No querrás perderte los fuegos artificiales!

Obedeciendo, hice lo que me dijo. Señaló rápidamente a la pequeña ventana de la Van y miré. Se podía ver el edificio donde vivía mientras nos alejábamos. En un pequeño susurro dije el último número, con su voz tapando la mía al gritarlo junto conmigo. Un sonido ensordecedor llegó a mis oídos, al momento que una explosión ocurrió. El auto aceleró casi al unísono. Me sostuve de la ventana, intentando sujetarme mientras el auto avanzaba rápido e inestable, y apreté mi nariz contra el vidrio, mirando el lugar donde solía vivir romperse y quemarse, hasta que dejó de estar a la vista y lo único que podía ver era una gruesa columna de humo elevándose en el cielo. 

Mis oídos zumbaban y dolían, pero un sonido era claramente audible.

Él reía. 

La cordura es una ilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora