Capítulo 10

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Miré a Joker asustada, con mi corazón latiendo fuertemente. Lo notaba diferente. No podía explicarlo, pero lo notaba diferente y sentía pánico. Me sentía en peligro. En verdadero peligro.

-J-Joker- dije, titubeando- no sé qué hice mal, pero... solo dime qué fue. Lo resolveremos.

Podía soportar golpes, pero la visión de la navaja me había sumido en miedo. Intentaba pensar qué decirle, a nivel psicológico, que pudiese frenarlo. El miedo bloqueaba mi profesionalismo. Me miró y fingió estar extrañado.

-Pero Kats, esto es un obsequio, no un castigo- se quedó un rato quieto, pensando- "Joker" –repitió- suena algo frío, ¿no crees? –sonrió y se abalanzó hacia mí, tirándome al suelo. La mano con la navaja aplastaba mi cabeza contra las sucias maderas, y entre sus rodillas, con el peso de su cuerpo, mantenía quieto el mío- ¡Después de todo lo que hemos vivido! -dijo dramáticamente.

-¿Qué vas a hacerme?- pregunté casi sin aliento.

No podía dejar de temblar, pero a la vez no podía moverme. Me soltó la cabeza y me giró, dejándome de espalda contra el piso. ¿Iba a torturarme? El miedo me tenía paralizada en el lugar.

-Verás, Kats, - lo miré desde abajo, sin poder quitar mi expresión de horror- realmente creo que lo has hecho muy bien hasta ahora. ¿No crees que lo has hecho bien?

Asentí despacio.

-Supongo- tartamudeé, sin poder juntar dos pensamientos coherentes y hacer uno- estoy muy confundida... ¿qué es esto?

¿Qué iba a hacerme? Levantó su mano y acarició mi rostro, pasando la hoja filosa a centímetros de mi piel.

-Lo sé –comentó, como si intentase calmarme- Por eso creo que este regalo va a aclararte un poco las cosas –luego bajó la voz y se acercó, con tono cómplice- No solo a ti, sino a todos los integrantes del grupo.

Se movió hacia abajo y pasó a aprisionar mis piernas entre las suyas. Apoyó una mano sobre uno de mis muslos, sosteniéndolo en su lugar, y acercó la navaja a mi piel. De pronto, recuperé la movilidad y sacudí mis brazos y mis piernas torpemente, gritando asustada. Su mano voló a mi rostro, tomándomelo con fuerza y la navaja pasó a estar contra mi cuello.

-Cállate. Si te mueves, lo hago hasta el hueso. Si te quedas quieta, seré suave. ¿Entendido?

Mis ojos se llenaron de lágrimas. No quería quedarme quieta, pero no quería empeorar las cosas. Me soltó y se quitó el lazo verde que tenía alrededor del cuello, para luego tomar mis manos con fuerza. Las juntó sobre mi espalda y las ató, mientras yo intentaba zafarme. Me arrastró y pegó mi espalda contra la pared, para poder tenerme quieta.

-Tenías que arruinar este momento- apoyó uno de sus pies sobre mi hombro, sosteniéndome en lugar, y fue nuevamente con sus manos hacía mi muslo, pegándome contra la pared con el peso de su cuerpo- Si te quedas quieta prometo hacerlo bonito y darte una paleta.

Aunque lo intenté, no podía moverme mucho. Me sostenía con fuerza. Grité fuerte al sentir la hoja presionar duramente contra mi piel, abriéndola. Sentía el líquido caliente de la sangre salir, y la impotencia de no poder escapar, ni luchar, resultaba enloquecedora. Las lágrimas salían sin parar de mis ojos, haciendo que el maquillaje se corriera y entrase en ellos, molestándome. Estaba segura de que jamás en la vida había sentido un dolor tan agudo como aquel. Era insoportable. En lo que me pareció una eternidad, él se alejó, dejando de cortarme, y me callé por unos momentos. Me quedé gimoteando y sollozando hasta que sentí nuevamente otro pinchazo, abriendo más mi piel. Continuaba en otra dirección, dibujando algo. Volví a gritar y oí sus gruñidos de exasperación, pero continué con mis desesperados pedidos de ayuda. El cuarto comenzaba a sentirse irreal. La vista me fallaba y un ruido aturdidor sonaba dentro de mi mente.

Finalmente, terminó. Se alejó un poco. Lo observé unos segundos, hasta que la vista se me volvió negra y me dejé ir.

Al abrir nuevamente los ojos noté que la luz que entraba por la ventana había cambiado. ¿Cuánto tiempo me había desmayado?

Noté que mis manos no seguían atadas, y me incorporé un poco. Me senté, apoyando la espalda contra la pared. Estaba evitando mirar mi pierna. Tomé valor y bajé despacio la vista. Esperaba sangre bañando todo mi muslo, pero la habían limpiado. Abrí los ojos horrorizada cuando vi lo que Joker había hecho. Era profunda. Iba a dejarme una cicatriz, sin dudas. Bajé la mano y toqué la zona, corriéndola al instante. Dolía. Comencé a llorar. Me sentía sucia, y me sentía marcada como ganado. No me sentía mía. Tenía algo en la piel, grabado, que no quería tener y no podía borrarse. Quizá podía un cirujano quitármelo, pero ni siquiera quería eso. De todas formas era algo imborrable. Golpeé mi cabeza contra la pared, con fuerza, con bronca. ¿Dónde estaba la policía? ¿Mi padre? ¿Y ese tal Batman? ¿Por qué nadie había podido rescatarme aún? No era mi vida la prioridad, ¿no? Solo había pasado un día, ¿qué tan mal podía estar? ¡Fatal! ¡Fatal podía estar! ¡Marcada incluso en la piel! ¡Eran unos inútiles! ¡No les importaba si me dañaban para siempre!

Escuché unos golpes suaves en la puerta. Me quedé en silencio.

-Kat, ¿puedo abrir? ¿Estás bien?

Era Richard.

-De maravilla – le grité sarcásticamente- Vete.

Abrió la puerta de todas formas y se asomó.

-Kat, lo siento mucho. Sé que me salvaste- se señaló el hombro- pero simplemente... entiendes que iba a matarme si me metía, ¿no?

-Claro. Me alegro que no lo hayas hecho, sino el quitarte la bala y todo no hubiese tenido sentido, si te mataban luego.

Entendía que no se hubiese metido, pero eso no significaba que por ello iba a perdonarlo así como así. Me dolía. Me había escuchado gritar y ni siquiera había tratado de calmarlo o algo.

Entró en la habitación y cerró la puerta.

-Joker no está. Necesita más secuaces –me informó, como si me importase- así que te limpié la herida mientras estabas dormida...

-Inconsciente. No dormida- le corregí, escupiendo las palabras- ¿Y qué tal te parece? Bonita obra de arte, ¿no? Aunque está algo torcida.

Se fue acercando hasta sentarse contra la pared, a mi lado.

-Lo siento...-fue lo único que pudo decir.

Miré mi pierna nuevamente.

-No lo sientas. Creo que completa mi look. Imagina ahora cuando salgamos. Maquillada así, vestida con estos colores y con una notoria "J" tallada en mi pierna. Dime, ¿qué voy a parecer? -No me miraba. Sabía que quizá me estaba desquitando demasiado con él, pero estaba llena de rabia y, por lo culpable que él se sentía, me estaba dejando tirársela. No podía frenarme- ¿Crees que seguiré pareciendo una pobre victima? ¿No crees que se vería... raro?

-Vamos, Kat, seria obvio que él te obligó- me dijo con pena, tratando de hacerme entrar en razón.

-No lo sé. ¿Lo sería? Ya sabes cómo son los noticieros. Si una noticia vende, van por ella. Poco importa la verdad. ¿Qué vendería más que "Joven Kat Hampton se une a uno de los villanos más peligrosos de Gotham City. ¿Secuaz o.... algo más? En unos momentos, todos los detalles"? ¡Vaya escándalo! Papá se moriría.

Dejé escapar una risa y sentí la mirada de Richard.

-Kat... ¿estás bien? –preguntó nuevamente.

-Solo... imagino a mi padre preocupándose más porque limpien mi nombre que por buscarme realmente- me encogí de hombros- No me malentiendas. Me ama, pero ya sabes, vive de su imagen.

Algunas lágrimas comenzaron a escapar de mis ojos. Estaba harta de llorar.

-Imagino que quieres estar sola... -se paró despacio y se dispuso a caminar hacia la puerta- Además el Jefe debe estar por llegar...

-Imaginas mal. Pero lo estoy –me señalé la J en la piel- Es un mensaje muy claro: "Kat es mía". Estoy sola.

En los ojos de Richard vi que tenía razón.

-Lo siento.

Salió con la mirada llena de culpa y cerró la puerta.

Sola. 

La cordura es una ilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora