Capítulo 3

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Se estaba riendo. Mi hogar estaba destrozado. Él reía. Mis vecinos se encontraban todos muertos, probablemente. Él reía. Me giré a su dirección con lágrimas en los ojos.

-¿¡Por qué hiciste eso!? – le grité.

Él aún seguía riendo.

-¡Estoy hablándote! ¿Por qué mierda hiciste eso?

No obtuve respuesta. Aún seguía riéndose.

-¿Eres sordo o simplemente un maldito demente? – le grité fuera de mí.

Eso obtuvo una respuesta. Dejo de reírse inmediatamente, su rostro transformándose. Se paró con rapidez y con un paso saltó hacia donde estaba, cerrando su mano alrededor de mi garganta. Aventó con fuerza mi cabeza contra la pared de la camioneta y luego me arrojó al piso de la Van. Me quedé allí, quieta, con los ojos cerrados. Mi cuerpo y mi cabeza dolían mucho. Se acercó y se sentó al lado de mi cuerpo y suspiró.

-Sabes, Kats, necesitas calmarte. Te tomas las cosas demasiado en serio.

Sus manos me tomaron por las muñecas y tiró, forzándome a enderezarme y sentarme a su lado. Por lo menos no estaba riéndose. No podía esperar explotar mi casa y a los vecinos que vivían en el edificio sin recibir una respuesta de mi parte. Al menos yo no podía quedarme callada.

-¿Por qué lo hiciste? – insistí, fingiendo un tono calmado, evitando tocarme la adolorida cabeza.

-¿No te das por vencida, eh Katsy? – dijo casi amistosamente.

Me sentí animada por su repentino cambio de tono.

-En serio. ¿Por qué? Ya me tenían. ¿Por qué?

-¿Por qué no?

Pestañé.

-¿Por qué no? – repetí incrédula- ¿Por qué no?

-¿Por qué no habría de hacerlo?

¿Acaso era una broma? Abrí y cerré la boca varias veces antes de contestar con una temblorosa voz que sonó más a una pregunta que a una afirmación.

-Porque mataste gente inocente ¿...?

Gente inocente, gente buena. Sus cejas subieron drásticamente, como si se encontrase sorprendido, y se señaló a sí mismo.

-¿Yo? –Luego se acercó, su aliento amargo golpeando mi cara- Te diré algo. Mañana hablarán las noticias de lo que pasó, mencionarán cuántas vidas inocentes fueron tomadas. Pero... ¿ quieres saber la cruel verdad? Sus problemas son los millones que ese edificio lujoso representa. Solo les importa el dinero. Solo se preocupan por si mismos- luego volvió a apoyarse contra la pared y me observó desde arriba –Eso te incluye. Verás, mañana te olvidarás de todo esto y te concentrarás en tus necesidades. Mantenerte con vida, por ejemplo.

-¿Y tú no? No pareces preocupado por nadie, tampoco. Volaste un edifico, con familias durmiendo dentro, sin razón aparente...- fui callando la voz.

Me estaba observando con el ceño profundamente fruncido. Su tono se volvió más duro.

-Hay una razón. Simplemente no la ves.

Lo mire por un momento y no pude reprimirme.

-¿Podrías explicármela, entonces?

Me observó en silencio por unos segundos y luego sonrió.

-Ah, ¿tratando de analizarme, Kats? ¿No puedes separar el trabajo de tu vida?

Me quedé perpleja. Es decir, era fácil que supiese que era psicóloga, pero no esperaba realmente que se hubiese tomado el trabajo de investigarme previamente. De hecho, requería una pequeña investigación, ya que mi padre no estaba contento con mi decisión. Él quería que me incluyera a su empresa, por lo que él pretendía que yo trabajaba allí. La información de dominio público decía que era administradora de la Hampton Enterprise. ¿Me habían estado siguiendo sus hombres para saber cuál era mi verdadera vocación?

Decidí cambiar de tema. Mi vida ya estaba en riesgo, no tenía nada que perder.

-Secuestraste a su hija, volaste uno de sus edificios. Mi padre no estará contento contigo. Pondrá a todo el departamento de policía a buscarte –solté, tragando saliva, intentando parecer fuerte.

Se movió y cerré los ojos, esperando el golpe, pero nunca llegó. Al entreabrirlos vi que tomaba una de las bolsas que se encontraban cerca de nosotros y la acercaba para sentarse encima, quedando en una posición mucho más elevada que la mía. Entendía el mensaje.

-Bien, esperemos que lo haga. ¡Eso haría todo mucho más divertido! – dijo, tronando su cuello como si estuviese listo para luchar.

Suspiré y me moví en mi lugar, tratando de estar más cómoda. El piso era duro y frío, y mis piernas descubiertas no ayudaban. Al moverme, sentí dolores en varias partes del cuerpo. Mi cabeza seguía sintiendo el punzante dolor del choque contra el metal. ¿Qué hacía aquí? ¿Qué quería él de mi? Lo observé de costado, se encontraba tamborilleando con sus largos dedos sobre sus piernas, tarareando alguna canción distorsionada a su placer. Si había algún momento para preguntar cosas, este era, estando a solas con él en tiempo muerto. Solo tenía que hacer las preguntas correctas.

-¿A dónde vamos? ¿Está muy lejos?

Me observó por un momento y continuó tarareando. Suspiré y abracé mis piernas, descansando mi barbilla sobre mis rodillas.

-La situación es bastante mala desde mi punto de vista. Al menos... si puedieses respon—

Me interrumpieron ruidos que denotaban que de pronto lo había molestado y miré en su dirección, chocándome con dos ojos oscuros viéndome.

-Eres bastante habladora. ¿Es una táctica de ustedes? ¿Hablar tanto hasta que termine diciéndote algo útil?- se agachó, acercándose a mí, con su voz temblorosa por la risa, dándome escalofríos- ¿Un plan? ¿Eso quieres? Claro, claro. Aquí va: te tomo, vuelo un edificio o dos y luego tenemos una bonita charla. ¿Era eso lo que esperabas? ¿No? Si quieres un plan, dulzura, llama a tu papi. Estoy seguro que tiene muchos- luego levantó su mano y la dejó caer apuntándome, nuevamente haciéndome retroceder un poco- Deberías ser agradecida. Esta puede que sea la experiencia más excitante que tengas en tu vida- de pronto, se acercó hasta dejar su rostro a centímetros del mío. Su voz sonó baja y peligrosa –Y aprenderás a disfrutarlo... créeme. 

La cordura es una ilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora