Capítulo 17

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Me sentí aliviada cuando volvimos al departamento. Al menos, por muy sucio y espantoso que fuese, allí estaba segura de que todo iba a ser más tranquilo. Al menos los secuaces no iban a violarme, ¿no?

Apenas ingresamos Joker fue directo hacia el cuarto que guardaba los barriles con la maleta en mano.

-¡Ponte cómoda, Kats! Pero no mucho, necesitaré tu ayuda luego. Yo te llamo –dijo sin siquiera mirarme y se encerró.

Miré a los secuaces y todos se estaban acomodando alrededor del televisor. No tenía ganas de enterarme qué opinaban las noticias de mi tragedia, realmente, pero no iba a poder ignorar la información en un espacio tan reducido, por lo que tomé mi lugar dispuesta a escuchar. Cuando encendieron la pantalla sentí un nudo en la garganta. A pesar de la mala calidad de la imagen, sin dudas podía distinguir la silueta de mi padre, y por si me quedaban dudas, oía su voz con claridad.

-...pagaré lo que sea. ¿Escuchaste eso, payaso? Pagaré lo que sea por ver a mi Katty. No voy a seguir permitiendo que los ineptos de la policía sigan perdiendo el tiempo así. ¡Dos días y no pueden dar con la localización!

La figura de mi padre se levantó enojada, pero altiva, y se retiró.

Los secuaces me miraron y uno rió, casi intentando sonar amistoso.

-¿Con qué tu papi pagaría buen dinero eh? –comentó, en un tono que no me ofendió- Podríamos pensarlo... ¿qué dicen? Habría que limpiarte un poco, eso sí.

Supuse que después de la escena con Buck los secuaces querían llevarse bien conmigo. No al nivel de Richard, para no ser el objetivo de Joker, pero si para no tener problemas con él. Sonreí a gusto. No podía quejarme de eso. El poder que el trato de Joker me daba era innegablemente atractivo.

-No lo pagaría –contesté, bromeando también- No se dejen engañar, es solo un truco para que salgan a la luz –repliqué en tono poco serio.

Agradecí que mi padre se retirase. No podría haber aguantado el toque con la realidad que su presencia me daba por mucho más tiempo. Había evitado pensar en él y en todas las personas que formaban parte de mi mundo, porque saber que ellos existían allí, esperando mi regreso, cuando yo había matado a alguien... me rompía el corazón. Podría engañarme pensado que había matado a alguien por defensa propia. Pero no era así. Había sido egoísta. Había decidido matar a alguien para que no muriese otra persona. Era egoísta porque Richard no valía más que otros, solo era más valioso para mí. Era simplemente alguien que hacia mi estadía más reconfortante. Decidí matar a una persona solo para estar más cómoda. Eso era lo que no me dejaba asimilarlo como defensa propia o como algo inocente. Y lo peor, era que las dos veces que había disparado contra alguien no había sido plenamente consciente de lo que hacía. ¿Qué tipo de persona era? ¿De pronto podía ocurrirme una ceguera y podía matar a gente? Si me hubiesen preguntado qué habría hecho en estas situaciones, hubiese dicho que probablemente me pondría a llorar y a suplicar, o que no sabría qué hacer. Pero no, dado el momento era alguien que podía disparar a matar. Tantos años viviendo conmigo misma y no conocía absolutamente para nada ese rasgo mío. Supuse que las situaciones no lo habían puesto a prueba.

Se terminó apagando la tele y un partido de Poker se desarrolló como lo natural para hacer en esa situación.

-Poker desnudista –propuso uno de los secuaces, que se llamaba Zack, despertando risas.

-¡No quiero verlos desnudos a ustedes! – dijo otro, Joe, y me miró guiñando un ojo- Aunque por otro lado...

Richard lo golpeó amistosamente y sonreí ante la situación. No había esta química con el grupo anterior, y me sorprendí de lo poco criminales que parecían en esos momentos.

La cordura es una ilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora