Capitulo 16

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- Hola Luis – Fede hizo su aparición enfrente de mí.

- Fede, me espantaste – me había perdido tanto en mis pensamientos que no lo vi venir, obviamente me tomo por sorpresa.

- Disculpa.

- No te preocupes – me puse de pie para saludarlo -¿Cómo están las cosas?

- Pues igual – dijo un poco decaído –creo que por ahora todo permanecerá igual – hizo una pausa – bueno, no sé si alguien de los chicos te comento, pero ya no está en terapia intensiva, lo pasaron a una habitación, claro que con todo el equipo necesario.

- Al menos ya no está en un lugar tan pesado – la verdad es que, entrar a terapia intensiva y ver tantos casos era un tormento.

- Y ya no te visten de azul – reímos por el comentario, ese ropa era incomoda, no sé cómo los doctores y enfermeros pueden atender rápido usando eso.

Fede me indico el número de habitación de Gabo, me despedí de él y me dirigí a los cuartos, igual me pidieron una identificación para poder pasar, pero el ambiente era menos pesado.

Entre a la habitación, era linda, cómoda, tenía un sillón para las visitas y un pequeño buro a uno de los lados de la cama, había un florero con agua, perfecto para la rosa.

- Hola tu – me acerque a Gabo y le acaricie el cabello, nada en su carita mejoraba.

Narra Gabo

Sentía que había pasado mucho desde que los chicos habían entrado, tal vez era mi mente que todo se le estaba haciendo eterno, no sabía cuándo era de día o cuando de noche. Era la primera vez que entraban uno por uno, me gustaba que vinieran, platicaban conmigo y eso me daba ánimos. De vez en cuando escuchaba que lloraban, no era mi parte favorita.

Ya habían venido todos, solo me faltaba escuchar su voz.

- Hola tu – me estremecí cuando mis oídos captaron aquellas palabras, ese contacto, aunque fuera por una caricia, era lo mejor – oye, te traje un rosa – sentí la textura de unos pétalos por mi mejilla – me vine caminando y encontré a un vendedor, creí que te agradaría una – el mejor detalle. Hizo un movimiento, no se para que, luego regreso y se sentó a mi lado para hacer lo que tanto esperaba, tomar mi mano y entrelazarla con la suya – ayer paso algo – su voz sonó con emoción – cuando salimos del hospital, a Wero se le ocurrió que fuéramos todos a desayunar. Fue extraño, pero conversamos y reímos –hoy, en cada visita, escuche lo mismo, y me sentía tan bien saber que ese suceso había sido tan importante para ellos.

Dicen que uno no elige a su familia de sangre, pero si a su familia de palabra, y ellos eran mi mejor elección. Todos éramos completamente diferentes, pero nos entendíamos bien estando juntos, no podía pensar en otras personas que agarraran nuestro ritmo y nuestro desmadre. Siempre había ocurrencias, chistes, tonteras, aventuras. Era increíble despertar y saber que tus mejores amigos estaban contigo, era divertido ir a molestar al último que se despertara, estar todos tirados en una habitación, platicar de cualquier tontería, planear juntos los guiones para los videos, nunca faltaba un chascarrillo de Cristhian o Luis; buscar maneras de calmar los ronquidos de Fede, o molestar a Wero con las cosquillas. No sé cómo olvidamos todos eso las últimas semanas. Y ahora yo estaba aquí, y si no volvía a despertar solo pedía una cosa, que ellos jamás se dejaran, que siguieran con los videos, porque era un gusto que nos unía a todos, y lo más importante, que no olvidaran ese cariño que nos teníamos entre todos, porque éramos esa familia que elegimos, y elegimos bien.


24 Horas [Luisabo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora