Capítulo 9

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Sábado 16 de Octubre

Estaba acostado sobre su espalda en la cama, que aún no ha sido abierta.

Sus manos estaban entrelazadas en su estómago y sus ojos estaban puestos en el techo.

La tenue luz de la luna se asomaba por la ventana.

La noche era hermosa, el clima era simplemente encantador. Sin viento, sin frío y sin calor.

El ambiente era tranquilo.

Solo él. Solo él sumergiéndose en sus más profundos e íntimos pensamientos.

La gente parecía divertirse ese sábado, la música de los parlantes lograba llegar levemente hasta su cuarto.

Sus padres estaban en la planta baja, viendo una comedia romántica de la que no quiso ser parte.

No estaba de humor para ser sincero.

Hace unas horas, cuando aún era viernes, decidió arriesgarse y fingir que iba al colegio para luego regresar a su casa silenciosamente. Hasta ahora sus padres no se habían enterado y temía ser descubierto.

Esa sensación infinita de profundidad no se iba nunca.

Un sinfín de pensamientos que han dejado su autoestima por los suelos iban dando vueltas alrededor de su cama, saltando de pared en pared.

Y cuando estaba por derramar sus lágrimas él entra. Entra a sabiendas que puede irse por una patada en el culo de parte de Louis.

Sin embargo junta la poca valentía que le queda y cierra la puerta tras el, siendo observado por dos pares de ojos azules.

Los nervios lo estaban delatando, y era jodidamente raro porque era su mejor amigo el que estaba delante de sus ojos y sentía que se iba a cagar encima.

Quizás sea porque Louis se veía desconocido. Quizás era el intenso color de sus ojos, que lo penetraban. O porque estos estaban vacíos y tristes. Quizás era la luz la única que lo hacía ver mas aterrador de lo normal. O por el simple hecho de que era Louis y siempre encontraba la forma de alterar sus sentimientos sin hacer esfuerzo alguno.

Se aclaró la garganta y dejó las dos mochilas que cargaba, una en su espalda y la otra en su mano, en el suelo.

Se acercó a paso lento, viendo las reacciones que Louis tenía ante sus acciones.

—Yo... yo solo me quedaré aquí esta noche.

No hubo asentamientos, no intercambiaron palabras por el momento. Solo era el azul mezclándose con el verde en una intensa pelea entre quien era el que bajaba la mirada primero.

Sus pasos eran lentos y suaves. Al llegar a la cama apoyó sus rodillas y manos en el colchón y gateo hasta donde estaba él. Al llegar se volteó y se dejó caer suavemente sobre la almohada. Ahora ambos se encontraban en la misma posición.

Los ojos de Louis estaban perdidos en algún lugar del cuarto, intentaba cerciorarse.

Y sus manos fueron atrapadas por otras, sintiendo el calor y el tacto suave de éstas. Mantuvo sus manos quietas, el agarre era flojo, pero los largos dedos del rizado encajaron entre los suyos, entrelazandolas.

El problema no era el estar agarrados de las manos, el problema estaba en las sensaciones que provocaba llevar al cabo esta acción.

—Sabías que te amo, ¿verdad?

Aquellas palabras suaves y llenas de amor, que iban llenas de sinceridad se clavaron en su corazón, haciendo que sus ojos se llenen de lágrimas; sin embargo intenta retenerlas para no delatarse.

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