Un rostro conocido en medio de la multitud.

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Entonces hubo un rayo,
que partió en dos la acera,
no hubo luz toda la tarde,
y el caos se asentó.

Las aguas fluían tortuosas,
los niños cubrían sus rostros,
las madres guardaban sus ropas...
Los semáforos rotos.

Quise pasar en medio del gentío,
y alcanzar el sur de la calzada.
Fui víctima del rocio invernal,
presa de los charcos vacíos.

Me apeteció en el acto final,
fundirme con el hielo dormido,
mas en azarosa proeza matinal,
divisé tu silueta en el camino.

Un rostro conocido, en medio de la multitud.

Carta a la autoestima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora