Diecinueve del doce.

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En tus ojos de infinito
me reconforto apacible.
Vivas aguas, suave lienzo,
me llenan de azul.

Toda calma, toda luz,
todo un cielo, toda brisa.
Una acongojada paz interior...
Sonrisas.

¿Que será de mi, ya sin color?
¿podré volver tranquila a casa?
¿El viento eterno vibrará en su son?
¿me abrazará de nuevo el alba?

Adornemos hoy el sol, vieja enredadera...
Fría la pendiente, tibia la espera.

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