Ella lo sabía.

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Era dolor y se sentía en los huesos
en los párpados y las pupilas rotas.
Era dolor ¿Que más podría ser?
invadia desde el higado a los pies.

Se apostaba en sus hombros
en los brazos de cemento.
Adornaba su cabeza,
le dictaba pensamientos.

Bailaba con sus entrañas
y entintaba la sangre herida.
Invadiendo, consumiéndole la vida.
Era dolor...ella lo sabia.

Lo supo por su color, negro petróleo
y rojo, rojo incandescente.
Admiró en plena quietud su textura,
y lo sintió tan sólido en las venas y los dientes.

Era dolor puro y del más lacerante
le partía cada poro vaciando su calor.
No dormía, lo inhalaba en sumisión.
Era dolor, mierda... Era dolor.

Carta a la autoestima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora