Pecado.

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Cómo observando una luna ciega,
un paraíso infiel, una nube densa,
me sosiego en esta piel, en sus hojas quietas.

A la vista un tesoro cruel,
fruto de lo prohibido.
Aquí en mis labios aún sabe a miel,
a delirio.

Si no puedo probar siquiera,
y su dulce se extiende en vano,
saboreo lo que me queda,
en la boca, en las manos.

No lo tengo y se me antoja un beso,
un sorbo, un bocado.
No lo tengo, ni se la receta,
pecado...

Carta a la autoestima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora