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Después de eso todo el mundo se empezó a alarmar, mucha gente gritaba y corría por los pasillos, mi madre me dijo que me escondiera detrás de unas taquillas al lado de la pared, donde había un pequeño espacio para esconderse.

– Mama, ¿que vas ha hacer tu?

– Tu tranquila, me llevé la pistola que nos dejó tu padre – dijo enseñándomela – yo me voy a esconder detrás de un pupitre y esperaré, ¿de acuerdo?

Le dije que si con la cabeza y me metí en el oscuro hueco, los disparos se sentían cada vez mas cerca, y los nervios aumentaban poco a poco. Oí una mujer gritando piedad, que por favor no la matasen, pero después de un disparo, la mujer hizo silencio. Es fácil imaginar lo que pasó. 

Al final oí como alguien tiraba la puerta al suelo, y todo el mundo empezó a gritar y correr para intentar salir, estaba al lado de una ventana, y un hombre corrió hacia ella y quiso saltar, pero un hombre armado lo agarró por el cuello y le tiro contra el suelo, y disparó, sin ninguna duda, como si ese pobre hombre fuese una cucaracha. Por suerte, no vi como ese monstruo le volaba la cabeza. Pedía a dios para que ese demonio con pistola no me viese en ese hueco, ya que al parecer el estaba demasiado ocupado mirando el espectáculo de luces y sangre. De repente oí como uno de ellos dijo "ya no hay nadie", eso me daba felicidad, pero recordé a mi madre, ¿¡Donde estaba?! Pero esa preocupación acabo muy rápido, después de que mi móvil hiciese romper el silencio, y todos los hombres se giraran para ver de donde provenía ese maldito sonido.

Me cogieron del cabello y me tiraron contra el piso, lo que hizo que el móvil me cayese del bolsillo, con rabia miré quien me estaba llamando y, como no, era Jack, ese pequeño imbécil me había enviado al cielo, o al infierno, depende.

Me estuvieron observando durante unos segundos, y luego se fueron, menos uno, que se quedo apuntándome con su pistola. Estaba aterrada, las manos me sudaban y el corazón me iba a explotar, me daría un paro cardíaco antes de que ese hombre me volara los sesos. 

Estábamos los dos solos, el y yo. El el cazador, yo la presa. El silencio inundó la sala, y no se porque el hombre espero tanto para disparar. Me arrepentí, y me despedí de todos mis seres queridos, todas esas personas que en verdad me importaban en este mundo. Y finalmente me despedí de mi misma "Adiós, Diana Johnson, tu gran historia se acaba aquí, me despido de ti con una triste canción". Comencé a tatarear mentalmente la letra de la canción que mi padre me cantaba cada noche, somwhere over de rainbow. Esa música me relajaba y me recordaba un montón a mi padre. Cuando jugaba con el, también cuando me dio sin querer un golpe en la cabeza con el mando de la televisión, y yo no paraba de llorar, también cuando cada vez me hacía más mayor, y cuando hombres extraños venían a mi casa a hablar con mi padre. 

– Diana, ahora no. – me dijo una vez, cuando intenté leerle el poema que hice esa mañana en clase.

– Pero papa, seguro que te gust...

– Diana – me interrumpió – luego quiero hablar contigo y con tu madre.

En ningún momento me miró a la cara, al contrario, solo miraba el fondo de su vaso.

– Papa – dije – odio el olor a alcohol.

Luego me dirigí hacia mi habitación y oí como un baso se rompía bruscamente.

Odio a mi padre, bueno, no lo odio del todo, pero nos dejó a mi madre y a mi solas, pero no solo nos dejo a nosotras, sino que también dejo a toda la humanidad atrás, como dije mucho antes, el mundo que Marc Johnson nos dejó.

El mundo que mi padre nos dejó.

La Otra RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora