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– Diana, quieres ir a... montar en bici?

– Por enésima vez Jack, no voy a ir contigo a montar en bici.

Jack era el típico chico que cuando se enamora es demasiado empalagoso. Siempre iba detrás de mí, des de quinto de primaria. No lo culpo, todo el mundo es libre de querer de forma amorosa a quien quiera, pero tío, con mas sigilo.

– Diana, te he escrito un poema...

– Jack, por favor...

– Diana, quiero acertar en la diana de tu corazón – dios mio – tu largo y liso pelo castaño me enamora des del interior, solo quiero que esos ojos marrones y verdosos me miren cada día, y...espera.

Entre todos los papeles que llevaba empezó a buscar la continuación del poema, pero le paré.

– Jack, por favor, te lo he dicho muchas veces, lo siento mucho pero... tu no me gustas.

Jack me miró por unos segundos, en verdad me sentía mal, pero intenté decírselo con tanta suavidad como puede, pero supongo que cuando te rompen el corazón nada suena suave.

– Okey, entiendo, pero seguiré hasta... ¡Acertar en la diana de tu corazón!

– Muérete Jack.

Se fue dando saltos, y yo como tonta pensando que lo había herido.

Nuestra relación era muy buena, Jack y yo eramos muy amigos dejando a parte su enamoramiento hacia mi. Ni siquiera sabía si Jack seguía vivo, mi única esperanza de que su corazón siguiera latiendo era que me llamó en el instituto, haciendo que casi muriera... dejando de lado que juré en matarlo en cuando lo volviese a ver (si lo hacía), lo echaba mucho de menos, y esperaba poder volver a verlo, aunque fuese en alguno de mis sueños.

***

No podía respirar con normalidad, acababan de matar a mi abuela. No solo a ella, sino que a miles de personas en este mundo, y lo que más me preocupaba era que mi madre estaba vigilando arriba, pero no avisó que venía alguien.

– ¿Seguro que está aquí? – dijo una voz de mujer.

– Seguro, la hemos seguido, a demás, su madre estaba arriba vigilando – dijo un hombre. 

¿Que querían decir con "está aquí"? ¿Acaso van detrás de cada persona para asegurarse de matarla? Intenté no hacer ruido, pero era evidente que me iban a encontrar, y el miedo se apoderó de mi. Empecé a temblar, mucho, demasiado, y a sudar, también mucho. El hombre y la mujer empezaron a revisar la habitación, cada maldito rincón, estaba perdida.

Finalmente la mujer llego donde estaba yo, y esperó unos segundos delante del armario. Lo abrió de golpe apuntando con una pistola el interior del armario. 

Bajó el arma. 

Recé, por segunda vez ese día, recé que no me encontrasen. Pero la mujer no era tonta, y sabía sus intenciones. Quité el seguro de la pistola y me preparé, para apuntarla, no para matarla, no me atrevía ha hacerlo.

La mujer tiró el armario al suelo dejándome expuesta. Rápidamente la apunte, pero los dos reaccionaron al mismo tiempo y me apuntaron.

– Baja el arma, Diana – me dijo la mujer.

– ¿Como sabes mi nombre?

Me distraje, note como alguien me doblaba la muñeca y la pistola se me caía de las manos, reaccioné e intente cogerla, pero el hombre corrió hacia mi, me cogió del brazo y me lo doblo, haciendo que instintivamente mi cuerpo girase. No podía soltarme, me cogía con mucha fuerza, pero yo intente darle cabezazos y patadas, pero no pude. Caíamos al suelo, y yo seguí esforzándome para liberarme, pero era imposible. 

Estaba acabada e iba a morir, me iban a matar, ¿por que tengo tanta mala suerte?, pensé.

Es decir, ¿por que yo de tantas personas? ¿porque mi abuela? Mi abuela, dios mio, estaba en el suelo mirando a la nada, y no pude contener más las lágrimas. No solo por ella, sino por mi padre, por todos los heridos, los que murieron en el instituto, también por ese chico, el me dejó claro que no quería matar a nadie, y al final lo mataron a el. 

Y también llore por mi madre. El hombre dejó de hacer tanta fuerza, y yo no me intenté liberar. Vi como la mujer me miraba con tristeza y se agachaba delante de mi.

– Diana, lo siento, las cosas han acabado así...tu espera, tu padre quiere verte...

Mi padre. 

Levanté la cabeza rápidamente, pero sentí un pinchazo muy fuerte en el cuello. Empecé a ver borroso, todo me daba vueltas y tenía ganas de vomitar, y poco a poco fui perdiendo el equilibrio, hasta notar el frió suelo.


Hola, he vuelto.

Bueno, agradecería que botaran y comentaran, ya que con vuestro apoyo me dan muchas más ganas de seguir escribiendo :)

¡Besos!

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