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No sabía que hacer, había mucha sangre, pero no sentía dolor. Después entendí, cuando el chico se desplomó encima de mi, que la sangre no era mía, sino suya.

– Diana...

Reconocí esa voz, la dulce voz de mi madre, pero ahora no era tan dulce:

– Mama...por favor...

No hizo falta que se lo dijese, lo cogió por los brazos y lo hecho para un lado. Seguidamente me abrazó con todas sus fuerzas, y la sangre del chico empapó también a mi madre, pero no tanto como a mi.

– Diana – me soltó – debemos irnos ahora mismo.

No dije nada, solo me levanté y intenté no resbalar con la sangre, no la del chico, sino con la de todos los cadáveres. Mi madre cogió la pistola del chico y la limpió con un pañuelo que saco de su bolsillo. Ella siempre va preparada. Corrimos hacia las escaleras, en el instituto ya no quedaba nadie, o al menos nadie vivo.

Salimos al exterior y seguimos corriendo. En la calle si había gente, y muchos policías y ambulancias. Seguimos a la muchedumbre, ignorando los disparos que provenían de lejos. Parecía una loca, toda manchada de sangre, pero no me importó, creo que a nadie le importo. Oí un tiroteo en la entrada del instituto, los policías intentaban abatir a esos hombre. Pero no pude ver mas, ya que si seguía mirando hacia atrás me caería, y no era una opción. 

– Mama, ¿a donde vamos?

– A casa de tu abuela, allí nos podremos esconder en el sótano, y nadie nos encontrara.

Asentí con la cabeza y seguimos corriendo. Las calles estaban destruidas, mucha gente estaba en la calle, y soldados armados dirigían a los ciudadanos. Media hora después llegamos a casa de mi abuela:

– Gracias a dios, las dos estáis bien – dijo mientras nos abrazaba.

Entramos y bajamos al sótano, era una habitación grande. Mi madre me dijo que me quedase con mi abuela, que ella iba a vigilar arriba, por si alguien quería entrar:

– Antes de subir, Diana, aquí tienes una pistola.

Me dio miedo cogerla, nunca antes había cogido una arma:

– Tranquila, ahora te enseño como funciona.

Me enseñó la mayoría de las partes de la arma, también me enseño a poner el seguro y como cargar.

– Ya está, ahora quedate allí y vigila a tu abuela.

– Mama, ¿porqué tanta precaución?

Mi madre se me quedo mirando unos segundos, pensando en sus cosas, con la mirada de preocupación que ponía cada vez que algo no iba bien:

– Diana, nunca se sabe...volveré pronto, tu no te muevas de aquí si no es necesario. Vendré al cabo de unos 15, 20 minutos.

Y se fue arriba, y yo me quede callada con mi abuela. Pasaron 10 minutos, y me empecé a preocupar, no se oía nada des de allí abajo. Finalmente pasaron 20 minutos, y mi madre no volvía:

– Cariño – dijo mi abuela – ¿puedes ir a buscar mis pastillas?

– Abuela, no puedo subir arriba, ¿es muy importante?

– No, tranquila, están aquí abajo, al lado de ese ventilador de la mesa.

Me levanté, y me dirigí al ventilador, como dije la habitación era grande, y allí habían muchas cosas. Cuando iba por coger las pastillas, se me cayeron al suelo, detrás de un armario, por lo que tuve que apartarlo y meterme allí atrás. Al final conseguí alcanzarlas, pero oí un disparo.

No salí de detrás del armario, solo saqué un poco la cabeza, para ver si había alguien mas que mi abuela, pero no, solo estaba ella, en el suelo, encima de un charco de sangre. 

"Demasiadas muertes por hoy, Diana" me dije a mi misma.


¡He vuelto! Bueno, me gustaría que me dieran su opinión en los comentarios para ver si les gusta y todo XD.

Besos.

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