-18-

27 4 0
                                    

Cuando desperté pude notar que en la habitación hacía más calor de lo normal. 

Aún un poco dormida, decidí abrir los ojos, y me encontré con una luz anaranjada entrando por la ventana de mi habitación.

Reconocía esa luz.

Me levanté de un salto y miré por la ventana, mi cuerpo se paralizó en ese instante. El fuego se propagaba cada vez más y más.

Grité a mama y a Amanda y con desesperación piqué con fuerza la puerta de sus habitaciones:

– ¡Debemos salir de aquí ahora mismo! – grité cogiendo una mochila para meter todo lo que se me pasaba por la cabeza en ese momento de estrés total.

Finalmente corriendo por el pasillo vi como Amanda y mama ya estaban listas, cogí la pistola y salimos corriendo de la cabaña. El fuego estaba cerca, demasiado cerca

Antes de irme me detuve a observar las llamas a mi alrededor.

Llámenme loca, pero era un espectáculo maravilloso. Las llamas parecían bailar al ritmo del viento, el sonido de las cenizas de los arboles al impactar contra el suelo hacían eco a mi alrededor, y poco a poco las llamas se hacían más grandes y brillantes, un espectáculo de colores.

Pero finalmente oí a mi madre gritar mi nombre, lo que me sacó del pequeño trance en el que estaba. 

Un poco fastidiada pero a la vez agradecida, empezamos a correr para rodear la casa y adentrarnos en el bosque. En esos momentos el bosque parecía muy grande, no parábamos de correr con la preocupación de encontrarnos cara a cara con el incendio, si eso sucedía no habría escapatoria. Repentinamente oí el grito de mi madre.

– ¡Chicas, cuidado! 

Ella iba delante, así que cundo se detuvo repentinamente Amanda y yo frenamos de golpe, estuve a punto de caer al suelo. No sabía el por que de tal acto, pero esa duda no duró mucho tiempo.

Allí mismo, pasando por encima de nuestras cabezas, una granada.

Al explotar el impacto nos tiró al suelo y un montón de ramas, algunas en llamas, cayeron encima de nosotras. Corrimos hacia la izquierda rodeando arboles en llamas y esquivando troncos que ya habían sucumbido y se hallaban en el suelo

Mi teoría en ese momento fue que algún loco había decidido provocar el incendio, y que al encontrarnos decidió matarnos a explosiones, ¿a que suena cool?

Sin pensarlo dos veces nos levantamos y empezamos a correr hacia la izquierda, me estaba cansando mucho, me costaba respirar y sentía la sangre subir a mi cabeza. No sabíamos a donde nos dirigíamos, pero seguimos corriendo hacia cualquier dirección donde el bosque no estuviera en llamas. Tenia la pistola en mano y estaba en alerta máxima, no dejaría que nadie se nos acercase.

De repente oímos un zumbido muy familiar, y al oírlo sentí un frío recorrer mi columna vertebral.

Un helicóptero venia dirigido hacia nosotras.

No tenía ni la mas remota idea de si el helicóptero era enemigo o aliado, pero en ese momento solo estaba concentrada en correr.

A la lejanía pudimos ver el asfalto de la autopista y frenamos. No podíamos salir a la carretera ya que no podíamos arriesgarnos a que el helicóptero nos viera, pero tampoco nos podíamos quedar en el bosque:

– ¿Que hacemos? – dijo Amanda.

– Vale, vamos a quedarnos aquí y veremos que hace el helicóptero, si aterriza y alguien sale nos escondemos, por suerte hemos dejado atrás el incendio.

De repente, una idea se me vino a la cabeza, pero era demasiado arriesgada, demasiado:

– Diana, cuando pones esa cara es que estas pensando – dijo Amanda – ¿que piensas?

– Es demasiado loca, pero tengo un plan para salir de aquí.

>> Si salen del helicóptero y entran al bosque, nosotras tendremos vía libre para escapar. Mi idea era, cuando ellos entren al bosque, correr hacia el helicóptero, dejar cao al conductor, subir y salir de aquí de una vez por todas... Es muy loca, pero podría funcionar, no tenemos más opciones. Si no lo conseguimos nuestra única opción será correr, aunque todas sabemos que no somos más rápidas que una bala.>>

Todas estábamos detrás de un árbol escondiéndonos, esperando a mi señal para salir corriendo hacia el helicóptero. Cogí la pistola y la cargué, comprobé que tenia balas suficientes como para matar a unas cuantas personas.

Pensé en si tendría suficiente estómago como para matar a alguien, como para quitar la vida a alguien. Observé el helicóptero acercarse a donde nosotras y vi como iba a aterrizar. Quité el seguro de la pistola, no quité la vista del helicóptero que descendía muy lentamente. Miré a Amanda, ella me miraba a mi, al igual que mi madre, esperando a mi señal. Una señal que podría matarnos a todas.

Volví a mirar al helicóptero, cada vez más cerca del suelo. El fuego se acercaba a nosotras muy rápido.

Finalmente, el helicóptero aterrizó. Vi como las puertas se abrían de golpe, dejando paso a unas tres personas, todas con trajes militares y fusiles. Las aspas del helicóptero ya estaban frenando, y el conductor salio, no haría falta dejarlo cao.

Bingo.

Los cuatro corrieron hacia el interior del bosque, donde el fuego se estaba propagando.

Ese era el momento.

Tres, miré a Amanda y a mama.

Dos, me preparé para salir corriendo, al igual que ellas.

Uno, respiré hondo hasta llenar el interior de mis pulmones.

Levanté la pistola y empecé a correr.

La Otra RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora