13.LA MUJER QUE QUERÍA VOLAR

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No se porqué me casé con el. 

Supongo que por su increíble sonrisa, por sus anchos hombros y su pelo castaño alborotado. Supongo que también por mi deseo de encontrar a alguien fuera de lo normal, alguien que me hiciese volar, alguien que me hiciese sentir que el resto del mundo no importaba. 

Ese era mi sueño des de muy pequeña, sabía que por mi sola jamás podría volar, pero esperaba que algún día alguien llegase a mi vida, me cogiese la mano y me llevara volando hacia alguna parte. Mi madre siempre me decía que eso eran bobadas, "Niña, ¿acaso eres tonta? Jamás podrás volar." 

El problema es que mi madre cogía el sentido literal de la palabra "volar", en cambio yo le daba un sentido más metafórico.

Oh volar, ¿que significa volar para ti? Piénsalo bien antes de contestar.

No busqué nunca su definición en el diccionario, esa definición no me servía.

Yo quería volar a lo más alto junto a alguien, llegar a la cima donde lo tendríamos todo. 

Finalmente encontré a esa persona.

La persona que me hacía salir de mi zona de confort, la que cada vez que me cogía la mano me hacia sentir por las nubes, la que siempre me decía que me quería y que jamás me dejaría sola. 

Desgraciadamente todo lo que me dijo me lo creí.

Se que no fue una mala decisión casarme con el, pasé muchos años de mi vida junto a el y fui muy feliz. 

Recuerdo la primera vez que lo vi, fue un diciembre y hacía mucho frío, también llovía a cántaros. Me dirigía a casa con mi paraguas, observando cada centímetro a mi paso ya que era de noche. Llegué a una calle donde no había nadie, o eso creí, hasta que vi un hombre sentado en un banco, iluminado por la luz de una farola. Sin pensarlo dos veces corrí hacia el, eso no era propio de mi, pero lo hice. 

Y allí fue la primera vez que nuestros ojos se encontraron, azul hielo y marrón oscuro como el café.

Su historia era muy difícil de creer, demasiado, pero era sorprendente. Cada vez que me la contaba sus ojos se iluminaban, al igual que los míos. Al principio no me lo creí, pero me enseñó pruebas, hasta me llevó hasta donde vivía el. 

Ese hombre me hizo volar, cada vez más y más alto. Me sentía libre con el, cumplí mi sueño, un estúpido sueño que nadie creyó, pero en el que yo jamás perdí la esperanza. 

Pero como todas las cosas de este mundo, ese sueño se acabó. 

La mano que me sujetaba para volar se iba separando de la mía poco a poco y llegó el momento en que no lo pude detener. 

Sentí un vacío en mi estómago, me soltó la mano y se fue sin más, dejándome sola con mi hija.

Caí, caí y caí.

Y al final, cuando aterricé en el suelo, dentro de mí ardía la pequeña esperanza de que el volviese a mi lado.

Yo solo quería volar, y acabé cayendo en picado.

La Otra RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora