La Historia de un Amor No Correspondido {KageHina}

~Capitulo 25~

La cobardía. Si. ¿Por qué a de existir algo así?

Es decir, no es necesario.  Por mucho que la gente diga que es el miedo a gran escala y que el miedo es necesario... Eso no importa, porque sin la cobardía muchas personas se ahorrarían muchos problemas y dolores.

Al fin y al cabo era ese el principal problema ¿cierto? ¿Y qué si la otra parte decía que no? No sería el fin del mundo. A la hora de la verdad no se te pasará a los dos días, el rechazo nunca sienta bien. Pero el sentimiento al no haber dicho lo que se sentía no se puede comparar al rechazo.

Porque cuando no dices lo que sientes te reprimes y eso si que es la mayor tristeza que se pueda pensar. La depresión que te corrompe cada día. El depender de la otra persona para tener un momento de felicidad y al cabo de un rato darte cuenta de que ese será un solo momento, que poco y nada le importa a aquella otra persona... Y aun así, ser feliz.

Eso Hinata lo había asimilado pero nadie le había dicho nada sobre ésta incomodidad. Y todo por un beso. Un beso con el que había soñado mucho tiempo. Convirtiéndose en una persona cada vez mas pesimista con el tema del amor.

Hacía rato que estaban sentados y entre Hinata y Kageyama parecía que lo del beso nunca había ocurrido, en el exterior. Por el oto lado en el interior de Hinata: no sabía si estar feliz o no; mientras, Kageyama, pensaba en qué comer y en porqué ahora Hinata estaba bien. 

Miraba de vez en cuando al pelirrojo aparentando escuchar la interminable charla de Oikawa. Le interesaba las expresiones de Hinata, normalmente comprendía como se sentía, es decir, tenían esa... conexión. Sonrió internamente al hallar en su interior el surgir... una sensibilidad, una debilidad y delicadeza, no lo entendía. Su corazón latía, sus labios se sentían solos y secos. Era... todo éste sentimiento era como el nacimiento de un nenúfar en una charca desolada. Pero todo cambió cuando se percató de la tristeza en esos ojos adornados con esas pestañas tan hermosas, tan largas. Restos de lágrimas, tics en su al lado de la comisura de sus labios. Kageyama abrió los ojos atónito.

Era como si en aquella charca abandonada, en la que se ubicaba ese nenúfar estuviera él. Observando esa flor con un pétalo suyo entre sus mansos. Condenado a mirarlo sin poder tocarlo. Sintiéndose enérgico por primera vez en mucho tiempo pero al mismo tiempo... ¿triste? Ni Kageyama comprendía lo que quería, ni lo que sentía, en ese mismo instante no sabía nada. Pero quería tocar ese nenúfar, comprender como en un lugar tan destruido y solitario podía haber nacido y sobrevivido algo tan hermoso. Soltó aquel petado dejándolo flotar por la charca. dio un paso metiendo su pie derecho en el agua mojándose hasta las rodillas pero en un solo instante todo pareció oscuro y se convirtió en nada. Era eso. La soledad le invadía. Los recuerdos mas destructivos. El abandono. Aun así siguió caminando metiendo el pie izquierdo. Pero  de repente todo cambió, el nenúfar se alejaba cada vez mas y la charca se ensanchaba y se hacía cada vez mas profunda engullendo a Kegeyama atado al suelo por las raíces de la misma flor, allí sin poder respirar abrió los ojos viendo un mundo bajo todo ese agua. Millares de raíces emanaban de aquella preciosa y delicada flor bailando bajo esa masa de agua que ya no era azul ni nada, si quiera verde como debía ser. Se convirtió en un marrón penetrante parecía que esas raíces estaban a punto de morir por su color pero ni mucho, aun permanecían vivientes. Conectaban a Kageyama y el nenúfar, arrastrándole como si fuera un animal atrapado sin embargo solo podía pensar una sola cosa:  magnifico. 

Se había percatado de que Hinata ya no sonreía como antes pero aun así le parecía eso: "Magnifico", susurró mirando de reojo a Hinata. En el momento en que se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta de quedo atónito. Mierda, pensó.

"¡Verdad que sí! Nunca pensé que estaría de acuerdo contigo Tobio~chan", Kageyama le siguió el rollo para no quedar como un imbécil. 

No obstante Hinata se puso algo rojo y sonrió de forma algo nerviosa porque en el momento en el que lo dijo le estaba mirando a él , además reconocía cuando no estaba escuchando y  cuando si lo estaba haciendo y ahora no lo estaba haciendo.