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Odiar su trabajo era un hecho, odiaba a su jefe, a su compañero, los horarios, todo.

Siempre había deseado un trabajo tranquilo, en lugar de eso obtuvo uno donde los gritos de su jefe son pan de cada día, los chismosos de sus compañeros también alentaban sus ganas de renunciar, pero no podía vivir del dinero que su padre le había dejado años antes, se lo prometió en su tumba que solo lo utilizaría en caso de emergencia.

Choi Youngjae, un hombre trabajador y amigable pero si te metías en sus nervios podía odiar muy rápido, lo que se veía un poco extraño con una apariencia casi adorable.

Luego de un agotador día en la oficina lo que mas quería era llegar a su acogedor hogar, comer y ver algo de televisión antes de echarse en su cómoda cama a dormir si era posible todo el fin de semana porque afortunadamente era viernes pero antes de todo eso, darle un poco de atención a su mascota que tanto quería,le daba un poco de pena dejarla sola por tantas horas pero eran sus obligaciones.

Luego se lo compensaría, si, eso haría.

Tomó el bus hacia su casa y se relajó en todo el camino.


Hogar dulce hogar.

Apenas dio un paso dentro sintió la calidez y su pequeño cachorro recibiéndolo.
"Al menos alguien está feliz de verme". Pensó mientras sonreía levemente.

Se quitó su corbata y arrojó su saco quien sabe donde.

-Ven aquí, pequeña- llamó a su mascota para darle comida.
Una vez lo hizo subió a darse una ducha, quitándose el molesto y caluroso traje para ponerse una sudadera mas vieja que el mismo y un suéter que solía ser blanco y por una mala lavada termino siendo rosado.
Sintiéndose mas ligero y fresco, bajo, se hizo un sándwich y se arrojó al sofá.

Esa semana había sido del infierno,pésima realmente. Se preguntaba como es que tenia tanta mala suerte en la vida.
Había descubierto a su novio de un año besándose en su cama con un desconocido, era la segunda vez que alguien le rompía el corazón.
Nunca se esperó eso de Mark, su ex novio era muy tranquilo y tenia un lado romántico que pensó él solo conocía, bueno, al parecer también lo compartía con el enano ese.
Y por si eso no fuese lo suficientemente malo su madre lo había estado llamando constantemente para que volviera a casa porque según ella lo extrañaba. Claramente era una mentira, extrañaba su dinero. Desde que su padre murió cuando el tenía 17 años, su madre le había hecho la vida un infierno, peor que antes pues nunca había sido la madre del año .
Su padre le dejó la herencia, muy grande, a su único hijo, lo que volvió loca a su madre, así que se fue de la casa, dejando atrás todo, terminó sus estudios y consiguió un trabajo estable.

Escuchó una horrible tormenta afuera así que cerró todas las ventanas.

Revisó su celular y tenia algunos mensajes de Mark.

Mark: Youngjae, por favor.

Mark: Déjame explicarte.

Mark: Realmente lo siento

Mark: Se que puede sonar como un montón de excusas para ti, pero realmente necesitamos hablar.

Mark: Solo quiero hablar contigo, por favor.

Se contuvo para no rodar los ojos. Hace una hora había sido el último mensaje, pero se negaba a contestarle y mucho menos darle una oportunidad, ya le habían hecho mucho daño por ingenuo y no iba a permitir que eso pasara de nuevo.

La tranquilidad de su silencio fue interrumpida por toques muy fuertes en la puerta, miró la hora de su teléfono y eran las 10:57. ¿Quien podría ser a esa hora? Las ventanas estaban cerradas así que no podía asomarse a ver quien era. Su mascota empezó a ladrar y el no sabia si debería abrir ¿un ladrón? Claro que no, los ladrones no tocan puertas.

Pronto los golpes en la puerta se hicieron mas insistentes y valientemente fue a abrir, no sin antes llevar una escoba consigo, solo por si acaso, era mas probable que se desmayara antes. Sin ninguna opción abrió la puerta.

Decir que estaba sorprendido era poco, estaba a punto de desmayarse, ahora deseaba que hubiese sido un ladrón el que estuviera al otro lado de la puerta, todo menos esto. 

Sentía que todos los recuerdos que tan duramente se había obligado a guardar en lo mas profundo de su mente para nunca volver a verlos, aparecían de nuevo como si nunca se hubiesen ido. Im Jaebum. Habían pasado tantos años desde que lo había visto por ultima vez y no era una memoria muy gratificante, toda su persona representaba lo peor de su adolescencia.

Ahí frente de él, mojado por la lluvia, pero no solo eso, en sus brazos sostenía algo que no pudo ver bien a causa de las mantas que traía encima y el hecho de que Jaebum lo sostenía de forma protectora sobre su pecho.

-¿J-Jaebum?- Preguntó incrédulo, apretando muy fuerte sus puños y luchando para no tartamudear. La persona delante de el se veía muy desesperada y el solo quería cerrarle la puerta en la cara.

-Por favor, necesito que me dejes pasar- Dijo el chico con urgencia y casi rogándole, la verdad es que en el fondo de su corazón sintió lastima verlo en ese estado así que le dio paso a su casa y de inmediato cerró la puerta. Jaebum entro caminando despacio a sus espaldas, no traía nada mas que una mochila en su hombro y el montón de mantas en su pecho. Ahora no tenia tiempo de pensar en eso.

-Hmm, puedes sentarte por favor, buscaré algo para que te seques- Sin esperar respuesta subió las escaleras y buscó algunas toallas.

Al bajar estaba Jaebum sentado en el sofá, era claro que tenia mucho frío, la ropa toda mojada pero estaba mas preocupado por el bulto que estaba siendo apresado en sus brazos posesivamente. Youngjae de inmediato le puso una toalla grande en sus hombros y una mas pequeña en su cabello, secándolo el mismo por unos segundos hasta que pensó que era suficiente y se sentó frente al hombre que estaba cabizbajo. 

-Youngjae- Empezó a decir en voz baja- yo estoy muy avergonzado de llegar a ti de esta manera pero no se me ocurrió a donde mas ir, realmente te pido mil disculpas pero solo pude llegar a ti- Dijo apenado y por fin liberó un poco aquello que tenía en los brazos.

Las mantas cayeron un poco y pudo ver claramente -Este pequeño es Yugyeom, es mi hijo- Dijo mostrando el bebé a Youngjae, dios, era tan pequeño. El chico no sabia que decir, jamás había esperado nada de eso. No sabía que decir o hacer, viene él de repente a su casa con un niño recién nacido en brazos en una noche tan lluviosa como esa, sin nada. 

Esta semana no se pudo poner mas rara.- Penso con sorna.

Al ver que no decía nada, Jaebum se adelantó, casi con miedo de su reacción, Youngjae sabia que estaba muy serio y cuando ponía esa cara sin expresión podía verse un poco intimidante.

-Necesito que me escuches por favor y no me interrumpas, al final puedes preguntar lo que quieras, solo no me eches de aquí.- Youngjae asintió pesadamente.

-Este niño realmente es mi hijo, la madre huyó y mis padres me echaron de la casa, bueno, desde hace bastante tiempo que no vivo con ellos pero ya dejaron claro que no me ayudarían en nada, me dijeron que si no me deshacía de él no me dejarían entrar, no puedo hacer eso, es un pequeño y es mio, de mi sangre, jamás haría eso, Seoyoung apenas dio a luz huyó y no sé a donde fue pero sé que no quiere a este niño,no tengo dinero y me echaron del lugar donde vivía, no tengo a donde ir así que vine hacia ti, y lo siento mucho por ser de esta manera pero realmente estoy solo con mi bebé y no puedo estar en la fría calle, quiero tener a Yugyeom.
¿Nos podemos quedar?











Hey, dije que no iba a empezar pronto pero me emocioné y subí este.
Espero les guste y sé que tiene muchos errores.
En el trayecto de la historia se explicará como se conocieron y eso, será un poco confuso pero les prometo que todo tendrá sentido.

Muchas gracias y espero recibir su apoyo con esta corta historia.

Can We Stay? | 2jae [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora