Capítulo cuatro: Estamos tarde pero tenemos una explicación

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Salimos del hospital. Tuvimos que ir a pie ya que el auto se había quedado en la universidad y todos los enfermeros se negaron en darnos pon devuelta a la misma. Caminando tomaba unos 10 a 15 minutos en llegar y ambos estábamos exhaustos por el día tan largo que hemos tenido; y eso que solo eran las 3 de la tarde. Teníamos hambre y no podíamos parar a tomar un descanso porque perdíamos mi cita en la uni. Tal vez haya una cafetería allí dentro, pero ahora lo más importante es poder llegar a la universidad y explicarle todo a la directora.


Pasaron uno minutos hasta que por fin llegamos. Subimos las dichosas escaleras otra vez y entramos. Nos quedamos boquiabiertos al entrar, esta universidad era gigantesca. Habían muchas escaleras, diferentes pisos, muchos salones, muchos cuartos de hospedaje y hasta ascensores. 


- Wao que brutal.- dije mirando todo con asombro y orgullo de poder haber entrado aquí. Esta es una de las mejores universidades del mundo y yo, Francisco Quiñones, logré ingresar. 


-Francisco Quiñones espero que no desperdicies esta oportunidad.- dijo ella de forma reprochante. No puedo creer que desconfíe tanto de mí. 


- ¿Pero que hice ahora?- dije alzando mis manos y dejándolas caer a mis costados.- Y te prometo que no lo haré.- dije con la mano en alto como si hiciera algún tipo de juramento. Esto causa la risa maravillosa de mi madre; pienso sarcásticamente. 


-Bueno vamos a entrar a la oficina.- dijo ella mientras me halaba por la mano sacándome de mi trance. 


-Sí andando...- observaba mientras caminábamos, los cuadros en las paredes, las ventanas, la vista y la estructura del edificio. Todo estaba tan bonito y tan bien hecho que me emocionaba. 


Caminamos un pasillo completo hasta el final, subimos algunas escaleras y cruzamos algunos salones hasta que por fin llegamos a la oficina. Tocamos la puerta y nos mandaron a entrar. Tengo que admitir estaba muy nervioso, las manos me sudaban y mi corazón retumbaba tan fuerte que lo sentía en los oídos. Era normal solo es mi primer día. ¿Verdad?


-Si buenas tardes. ¿Cómo le podemos ayudar en el día de hoy?- dijo la recepcionista de la oficina. Esta nos miraba con su mejor sonrisa, tratando de inspirar confianza, para que viéramos que el personal de la universidad era amable. 


- Bueno, el es Francisco Enrique Quiñones y teníamos una cita hoy con la directora.- Lisette habló por mí y yo me dedicaba a observar todo. Parecía un nene chiquito en Disney. 


- Sí, aquí lo dice.- nos dice la recepcionista una vez que chequeó su agenda, donde imagino, organiza todas las citas. - Necesito que me llene estos papeles y la podrá ver.- una vez dicho esto, ella se vira y busca en un armario un sobre. Nos entrega el sobre y una pluma para poder escribir. 


-Gracias muy amable.- contesta mi madre y nos fuimos a sentar en una de las varias sillas que contenía aquella espaciosa oficina.


Mientras mi mamá llenaba los papeles; yo observaba la oficina. Era un poco vieja comparada con la universidad como tal. Había muchos libros polvorientos y un montón de cosas antiguas. También veía a la secretaria de la directora. Esta era joven pero no tan joven estaba como en los 35 años por ahí, no usaba espejuelos, tenía un pelo muy bonito y tenía una tez blancuzca. Ella estaba llamando a alguien por el intercom y al terminar de dar ese mensaje me sonrió ampliamente. A eso de dos minutos, llegó una chica pelirroja rizado, con los ojos verdes obscuros y una tez morena. Era linda bastante linda. Vi que dialogaba con la secretaria y más me asustaba. Ella asentía rápidamente a las cosas que le decía la recepcionista y se acercó a mí con una sonrisa y con su mano extendida. Yo la acepté y le devolví su sonrisa. 

FranciscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora