Capítulo 7: En el baño

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Empujé la puerta del baño y entré gritando el nombre de Lauren. Unas nenas ahí, ninguna conocida, me miraron como si fuera un loco y salieron corriendo del baño... Gritando... Por todo las chicas tienen que hacer un show; qué odiosas pueden llegar a ser. 


-¡Lauren! ¡Lauren!- Empecé a buscar por todos los baños. En ninguno de ellos estaba Lauren. Seguí mi búsqueda hasta que finalmente en un baño diseñado para los impedidos la encontré... Estaba tirada en el piso. Lo que notaba raro era que no lloraba y que estaba demasiado quieta. Me acerqué más y cuando le eché un buen vistazo noté que su frente sangraba. La sangre salía de su frente y caía por el lado izquierdo de su hermosísimo ojo izquierdo y finalizaba rozando su cachete. También noté que de su nariz salía sangre y que por su cuerpo habían varios moretones; se veía frágil y pálida. 


Sin embargo, aun respiraba pero creo que estaba inconsciente. No sabía qué hacer. Me empecé a asustar y mi corazón latía cada vez más y más rápido. ¿!Qué diablos había hecho¡? No quería cargar con la muerte de alguien en mis manos, pues todo esto había sido mi culpa.


-¿Lauren? ¡Lauren!- Me senté en el piso y me acerqué a su cara. Le alejé el pelo de su gran herida y observé todos y cada uno de sus golpes. La cogí entre mis brazos y observaba que su mirada estaba perdida y cómo poco a poco, se iba poniendo fría y se me hacía nada en mis brazos.


 Puse su cabeza apoyada en mi pecho y la acomodé en mis piernas.-Lauren, por favor te suplico a que te quedes conmigo. No te mueras. Creo que eres la primera chica, bueno además de Paola, en la que te vuelves mi amiga. No me dejes solo. Por favor.- Al decir estás palabras le limpiaba la frente con mis dedos, le aplicaba presión con papel de baño y pegaba mi frente con la de ella.


-Dios por favor si ella se muere no podría con mi vida.  Ella me aceptó y me cree. No te la lleves. Si alguien merece morir soy yo no ella. ¡Por favor te lo suplico!- decía estas palabras porque no quería que alguien se muriera por mi culpa; no pudiera con mi conciencia.  


Empecé a sentir que mi mundo se caía al suelo, mi corazón se hizo mierda y mis ojos se pusieron llorosos. Las mismas caían en su cara y corrían por su mejilla y sus labios. La sentía cada vez más débil y más lejos y distante como si se estuviera yendo. Nosotros dos estábamos solos y solo se me ocurrió hacer una cosa. Empecé a gritar como un esquizofrénico. -¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme por favor! ¡Necesito ayuda!


Nadie me escuchaba. Nadie entraba. Me sentía inútil. Saqué fuerzas y la cogí entre mis brazos, como un novio coge a la novia, y la levanté del suelo. Corrí con ella acurrucada en mi cuello y pecho. Sentía su sangre correr y sabía que me manchaba la camisa, pero no importa porque cuando salga del hospital me va a tener que pagar una nueva. 


-¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme por favor!- Finalmente escuché que una puerta se abrió y salió un chico de mi edad. Un poco más alto que yo. Era rubio con ojos azules y solo traía puesto pantalones largo de bata. Este se quedó asombrado y solo me miraba a mí y a Lauren.


- ¿Oye que pasa?- me preguntó este un poco asustado al ver que tenía a una chica en mis brazos que parecía no tener vida. 


-¡Mira!- dije acercándome a él en busca de una señal de ayuda. 


FranciscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora