Capítulo 11: ¿Que tú qué?

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Terminamos de hablar, ya todo estaba aclarado y él por fin entendió quién era Rebecca verdaderamente; resolvimos todo. Ya todo entre Sebastián y yo está bien, hasta nos volvimos panas. Cuando dimos fin a nuestra conversación, ambos íbamos de camino a ver como estaba Lauren. Ya se sentía la paz entre nosotros dos y no quedaba tema para poder pelear o discutir sobre el mismo.


-Dale Sebastián vamos.- le digo parándome de mi silla y caminando hasta la entrada. 


-Voy voy...


-¡Avanza!- Yo no sabía qué él hacía pero no avanzaba. Mientras ya yo estaba en la entrada de la cafetería esperando a que este tipo avanzara; perdí mi paciencia y fui a ver a Lauren.


 En el camino escuché unos pasos apresurados y cuando miré hacia atrás era Sebastián. Todavía estaba lejos, pero como en el hospital no había  ruido sus pasos retumbaban por todo el edificio. Me senté en un banco cerca y al parecer él no se había dado cuenta. De momento salió una chica rubia con el pelo largo recogido, ojos creo que azules y su cara era linda pero no tanto como Lauren o Paola. Ella llevaba vestimenta de enfermera y estaba entre los 19 o 20 años de edad. ¿Pero qué? ¿Qué es esto? ¡Sebastián le aguantó las manos y se las besó! Ambos se rieron y ahí, en ese momento decidí espiarlos. Me paré y me escondí detrás de una pared. Seguía observando. Ellos aún seguían con las manos entrelazadas, muy sonrientes; sus risas retumban por todo el pasillo. Sebastián miró hacia los lados y al parecer no me vio. Por consiguiente, él le da un beso en el cachete demasiado largo como para hacer solamente una amiga o un familiar. Como sea, ella se sonrojó y él le dio una nota.


-Esto no puede ser. ¿Sebastián a Lauren? ¡Esto está más confuso que la película "Inception"! -murmuré.


Ellos terminaron de hablar y yo rápidamente salí corriendo hasta el cuarto de Lauren. Corría aún más rápido cada vez en que pensaba que Sebastián hería a Lauren. No podía... Corría y corría. Mi pulso aumentaba y mi corazón latía cada vez más rápido. Me quedaba sin aliento. Ese pasillo se me hizo larguísimo. Buscaba su cuarto desesperadamente con la intención de decirle todo. Le iba a abrir los ojos ante la realidad de Sebastián.


Por fin cuando llegué al cuarto, estaba asfixiado y sentía que el corazón se me iba a explotar.... Como sea, me sentía ahogado y sin aire. Me asomé por la puerta y me recosté en ella. Aun ahogado observé el cuarto, veía que la enfermera, que me preguntó si le podía prestar sangre a Lauren, le estaba hablando y Lauren tenía una cara de preocupación. Esto no es bueno.


 Cogí un ultimo suspiro y entré al cuarto. Ambas me miraron a la misma vez.


-¿Que tú hiciste qué?- Me preguntó Lauren. Con un tono quebradizo, confusa, agradecida y a la misma vez molesta. Su cara estaba roja como un tomate y su mano echa un puño, aguantaba la sábana de la camilla. 


La enfermera vino donde mi y pensé las peores cosas. Pensé que la sangre inyectada tenía algo, que se enteró de la mentira que le dije a la enfermera, que se enteró que yo había sido el que la llevé al hospital, que se enteró que Sebastián la hería.... Bueno muchas cosas pasaron por mi cabeza en solo segundos, antes que la enfermera me susurrara algo en el oído. Cuando la enfermera me susurró aquellas palabras; suspiré con alivio. Mi corazón se tranquilizó, me calmé y sentí paz dentro de mí. La enfermera me miró y me sonrió, se escusó y se fue del cuarto.

FranciscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora