CAPITULO 2

2.3K 273 95
                                    

<< Mi compromiso por vos, no se lee

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

<< Mi compromiso por vos, no se lee.

Lo sientes entre líneas de mis acciones shibari... >>


SANTO

Mi pecho se mueve agitado por mi respiración y la gravedad de ella, por estar boca abajo y enterrado por la sábana, como las docenas de cobijas que siento su peso sobre mí, por el exagerado de mi hermano en ello y contra frío de hoy a la madrugada cuando me acostó.

Una oleada de náuseas florece en mi estómago al parpadear y abrir solo un ojo, por percibir a esta hora de la mañana y contra mi inminente resaca eclipsando mi tristeza, el olor a Doritos y el constante crujir de alguien masticándolos, una y otra vez, pero de forma pausada.

Hago a un lado mi pelo algo largo y enmarañado que cae sobre mi rostro al levantar mi mentón y las ciento de frazadas sobre mí, mientras en el trayecto seco algo de baba de mis labios resecos, con el dorso de mi mano.

Para encontrarme al girar a una de mis sobrinas.

La más pequeña.

Que sentada tipo indio a los pies de mi cama en la habitación de huéspedes, me mira fijo y en silencio y sin dejar su manito pequeñita de salir como entrar de la bolsita de frituras y llevar a su boca, para llenar sus cachetitos de ellos saboreándolos.

- ¿No es demasiado temprano para que una niñita de cinco años, ingiera esa mierda? - Digo sonriente y costándome dos infiernos hablar como tragar saliva, ya que la siento áspera por necesidad de un vaso de agua fresca.

O mejor dos y bien llenos.

Niega sacudiendo su cabecita, provocando que sus rizos naturales sostenidos con dos banditas infantiles, se muevan al compás sin dejar de comer.

- No tío. - Me dice seria. - Y tampoco es temprano...

Y quiero reír ante su seriedad.

Pero en solo intentarlo mi cabeza grita en rebelión por mi jodida resaca, provocando que caiga de bruces mi rostro sobre la suave almohada bajo mío y con un gemido ahogado procuro otra vez abrir mis párpados.

- Dice mamita que te levantes y te des una ducha, porque hueles a dinosaurio y que tu hora de trabajo está cerca y tienes que comer algo antes... - Recita prolijito con su vocecita infantil y dulce.

¿Qué?

Y mis ojos se abren de golpe.

Porque es día de semana y por ende laboral, empiezo a recodar por fin con mi jodida mente despejándose y tirándome información de lo sucedido anoche.

Visita al Marques y después a la taberna por unos tragos y buena música.

- ¡Mierda! - Blasfemo, haciendo a un lado las sábanas de golpe y desorientado, tomando asiento sobre la cama mientras miro hacia abajo mío y noto que sigo vestido, llevando los jeans como camiseta de anoche.

Me exijo a ponerme de pie, todavía confundido y caminando de forma pesada en dirección al baño, mientras lucho contra el sol que se asoma de lleno a través de las cortinas corridas de la ventana.

Obligando a que presione mi cabeza entre mis manos por el esfuerzo de cada paso arrastrado que doy con mis pies que causa, que sienta que la habitación de vueltas y cierre mis ojos por ello al entrar al baño y abra la ducha, mientras escucho sobre el agua cayendo que mi sobrina sale de la habitación para acusar sobre las escaleras que ya desperté.

Siendo todo esto últimamente una sensación ya conocida en mí.

¿Cuántas en este mes, después de lo ocurrido haciéndome tocar fondo?

¿Tres?

¿Seis veces tal vez, en casi treinta días?

No tengo idea como tampoco ganas mi cerebro en averiguarlo, mientras me desnudo e introduzco bajo la lluvia solo en caliente, para que golpee su fuerza y calor sobre mi rostro con rudeza, tirando mi pelo hacia atrás con ambas manos y escupiendo las sobras de agua.

Para luego sobre una mano apoyada en los húmedos azulejos, dejar que caiga sobre mi nuca como espalda.

Suelto una respiración triste contenida ante los recuerdos agolpando mi mente y abro mis ojos lentamente, porque empiezan a picar por ello.

Mi otra mano va y presiona un lado de mi pecho, donde un símbolo tribal tatuado de hace años hay, intentando retener lo que es inminente.

Pero, no puedo contra ello.

Y girando hacia la fría pared empapada como yo por el agua de la ducha que no deja de caer sobre mí.

Hago lo que mejor se hacer en este último tiempo y que disimulo ante mis cercanos como familia.

Deslizarme sobre ella hasta el suelo, subir mis rodillas para descansar mis codos sobre estas y con mis manos en mi rostro, procurando detener mis emociones.

Al menos...intentarlo.

Pero fracaso.

Ya que mis hombros empiezan a sacudirse, porque no emito ningún sonido para no ser escuchado.

Y lloro en silencio...



El Santo®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora