CAPITULO 22

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MATILDA

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MATILDA

- Lo siento mucho... - Me dice ante eso y como siempre y ante el recuerdo de mi hermana, solo asiento en silencio como él, ante algo que cruza por su mente mientras me acompaña hasta los primeros escalones de la entrada de mi casa, para ayudar en llevar parte de mis cosas.

- Debes descansar y yo, debo conseguir hotel... - Las acomoda junto a la puerta, para luego poner la manos bien profundo en los bolsillos delanteros de sus jeans por el frío.

Voltea para mirar, pese a la oscuridad de la noche llegando a la zona.

La calle.

Casas vecinas.

Y los pocos y valientes autos, circulando con la nieve.

Saca una mano, para que aparezca ese dedo explicativo.

- ...tienes que ponerte al día con tus padres, como organizar el regreso. - Baja mi gorrita de lana de un movimiento al decirlo, hasta tapar mis ojos.

No veo.

Pero siento un cálido beso que deja sobre ella y en mi frente.

Me hace sonreír, mientras escucho que sus pasos se alejan.

Cuando despejo mi vista, ya está en su camioneta y con una seña mía del móvil, quedamos en hablarnos.

Lo veo marcharse, aún con mi celular en alto.

Miro la pantalla.

Todavía tiene como fondo el que dejó cuando me entregó esa noche de la primer nevada en el bodegón.

La imagen del mural, con su viejo escrito.

Y mi respuesta renegada a eso.

Se me escapa una risita, mientras busco las llaves de mi casa del interior de mi cartera.

Para luego, la suya escrita esa misma noche y antes de mi protocolar besada de culo.

Para luego, la suya escrita esa misma noche y antes de mi protocolar besada de culo

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SANTO

Un buen Hostal sobre una avenida y pocas cuadras de los padres de Matilda, encontré y pedí una habitación.

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