CAPITULO 13

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<< Y en tus manos deposité mi cuerpo para que derrames tus palabras, aparte de tus actos...>>


MATILDA

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MATILDA

La camioneta circula sin problema por la carretera, pese a la densa nieve y que esta, no deja de caer de forma constante.

Golpeando su cristal frontal pero removida, por el suave movimiento del ir y venir del limpia parabrisas.

Uno que parece ir al compás y ritmo de la música que la radio emite e invade en el interior de la cabina.

Cosa que, agradezco que no deje sonar sobre uno y otro tema, ya que hace menos vergonzoso toda la situación que ocurrió y me encuentro.

Lo miro apenas de reojo, sin moverme de mi lugar y asiento de al lado mientras habla por mí, con el centro de auxilio dando la ubicación varada de mi coche kilómetros atrás con su mirada siempre al frente.

Al ser rescatada, para luego ahora llevada por el profesor de Glenn.

¿Pero, dónde?

¿Y qué fue, eso que dijo último?

Mierda.

Todo después fue tan rápido y tan, pero tan jodidamente vergonzoso.

Que aunque quiero poner en orden cronológico lo ocurrido después de la caída, como saber que quiso decir.

Mi cabeza no coopera del todo.

Ya que después de eso, solo se limitó seguido por mí, a ponerse de pie y sacudirse de la mejor manera como yo los restos de nieves como fango y con una seña a que lo siga sin emitir más que algunas que otra palabra después.

Demás decir.

Sueltas.

Como justas y necesarias, mientras terminaba de levantar como guardar sus bártulos de pesca y ayudarme a cargar el par de cajas con las cosas de Clara, que saqué de la cajuela de mi coche.

Miro el paisaje blanco, pensativa.

¿Dio a entender que yo le gustaba con sus palabras?

O esa frase, solo tuvo la intención ¿de ayuda samaritana y que no me iba abandonar frente a mi problema?

Mis ojos lo vuelven a mirar con disimulo.

Ya dejó de hablar por su móvil y su mirada como postura rígida frente al volante, acusa incomodidad por toda esta situación.

Respondiéndome negativo, al notar eso a mi primer pregunta y que por ende.

Es la segunda.

Y cierta decepción me invade.

Una que hace que mi mano no suelte el cinturón de seguridad que me cruza y me sorprenda viendo que la retuerzo un poco con mis dedos rodeando este.

Niego.

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