CAPITULO 6

1.6K 213 45
                                    


<< Necesito ser libre, para disfrutar de tus cadenas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

<< Necesito ser libre, para disfrutar de tus cadenas... >>


SANTO

- Hiciste bien, hermano... - Ignacio uno de mis mejores amigos de infancia, me dice bajando de mi camioneta mientras cierra la puerta del acompañante al estacionar en nuestro bar de siempre.

No quería salir.

Y solo sumergirme este fin de semana y tras mi borrachera de días atrás y algo consecutivas, en solo dedicarme a leer un buen libro de la media docena que compré en una feria que prometen ser interesantes.

Y en compañía tal vez, de una buena copa de vino oscuro en mi sillón.

Pero el texto en cada página que daba vuelta, jugaba contra mi vista y mi intelecto, porque jodidamente no podía prestar atención a la lectura.

Y con una fuerte como profunda respiración y exhalación de aire con mi mirada perdida en el techo derrotado.

Ducha.

Cambiar mis viejos pantalones de gimnasia para dormir por unos jeans gastados, una camiseta negra y mi chaqueta de cuero.

Y un par de llamadas de teléfonos confirmando después, para que con mis amigos nos encontremos en el bar de cada previa de salida o juntada.

- ...porque, el jodido mal humor que tienes... - Prosigue.

- ¿Yo? - Lo interrumpo con tono de sarcasmo y encaminándonos a la entrada.

Me estrecha los ojos y me hace reír.

- Si serás puto... - Bufa. - ...en este último tiempo aumentó, sin olvida tu cara de cachorro pateado bajo la lluvia... - Ríe. - ...y eso... - Me señala. - ...va acabar contigo... - Prosigue sobre mis ojos rodando por sus palabras, acomodando mis lentes y bajando más mi gorra gris de lana que cubre mi cabeza, mientras saludamos al guardia en la entrada, donde ya se aprecia como escucha, la música golpeando las paredes desde su interior y llegando hasta nosotros del bar.

Abre la puerta por mí, pero se detiene a mitad de esta.

- ...lo juro, eso envejece Santo y no es bueno para tu colesterol... - Vuelve a reír.

Lo empujo sobre su risa.

- Si mal no recuerdo... - Digo llamándolo con su apodo bajo la canción sonando y esquivando gente una vez dentro. - tenemos la misma edad...

Me detiene con una mano en alto, para luego señalarse de cuerpo entero.

- Pero todavía parezco un niño bonito, gracias a mis genes paternos que aparentando menos... - Toca la piel de su mejilla. - ¿Ves? - Infla su pecho con orgullo.

Río a carcajadas mientras envuelvo mi brazo sobre su cuello, ventaja por mi elevada altura simulando lucha por su broma, para luego abrazarlo.

Ya que y aunque tengo 28 años cumplidos hace poco.

Aparento menos y soy motivo de su burla por eso.

Y porque es un gran amigo y estar en las buenas como malas incondicional.

Sobre todo en estas últimas.

- Ahora a pedirnos uno buenos tragos con los chicos... - Prosigue, mirando el lugar. - ...pool, buena música y la compañía de lindas chicas que te hagan olvidar esa puta tristeza. - Exclama, saludando con una mano en alto al localizar a nuestros amigos, donde ya no esperan en nuestra mesa de siempre junto a la de pool y con un ya, partido a medias jugando.

Saludamos a todos con choque de hombros y golpes de puño, pidiendo de otra ronda de cervezas.

Golpe de bolas con sus diferentes colores se deslizan sobre el paño verde, acertando su entrada por ayuda de la bola blanca por cada uno de nosotros, en su turno de juego.

La música típica del lugar, colma el atestado bar por gente.

En su mayoría estudiantes por estar ubicado logísticamente en un perímetro y radio de lo que se compone el enorme predio y campus de la universidad.

Más pedidos de cervezas y uno que otro ocasional trago, traído por uno de nosotros de la barra entre charlas y risas de mis amigos dan comienzo a nuestra noche.

Y a la mía.

Que, sobre una mesa junto a la nuestra muy cerca por estar abarrotado el lugar de gente, un grupo de chicas interactúan con nosotros y cual, tres de ellas invitadas por mis amigos se animan a una partida de pool tipo guerra de los sexos.

Ellas contra tres de nosotros.

Una en su último año de Odontología me provoca con cada jugada con su linda mirada y cuerpo apoyado sobre la esquina de la mesa de pool en que estoy, invadiendo mi espacio personal a la espera de mi turno, mientras doy un trago a mi jarra de cerveza helada.

Está en todas partes de mí, cuando me habla.

Excepto mi cara.

Froto y muerdo mis labios, pensativo.

Y sonrío.

¿En serio, nena?



El Santo®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora