CAPITULO 9

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SANTO

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SANTO

- Profesor, que sorpresa... - Exclama mi estudiante Estiefel, ante el ambiente como clima tenso que hay y se puede cortar con una tijera, cortesía de mi malhumor con piernas y de estatura baja que aún con bolígrafo en mano, sigue a escasos centímetros en su escrito en el mural y me mira tipo coma frente a mí.

Lo cual creo, que hasta me parece gracioso.

Creo, dije.

- ...es cliente del lugar? - Me dice, intentando buscar conversación.

- Mi primera vez. – Respondo sin siquiera mirarlas.

Que mentiroso soy.

Pero, no me importa.

Porque mi vista sigue clavada en lo que me interesa.

En esa respuesta escrita en el mural.

En esa respuesta escrita en el mural

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MATILDA

Glenda con una pregunta tras otra, quiere suavizar la tensión.

Pero fracasa sin éxito ante la respuesta sin vida y hasta sin ganas, donde se percibe a la distancia que este hombre lo que menos quiere, es entablar una conversación agradable sin dejar de mirar la pared.

Lo cual, agradezco.

Porque muda y tipo hielo, quedé congelada sobre el lugar que estoy al verlo de golpe y me haya encontrado respondiendo a quien sea sus palabras.

Y sobre su mirada de ofensa, guste o no a mi descargo.

¿Me pregunto, qué mierda le importa a este individuo mi opinión?

Lo disimulo gracias a la vibración desde mi bolsillo trasero de mi pantalón, atendiendo mi celular para responder con otro mensaje de texto a oma al notar mi demora, cual le informo que por la nevada en camino, paso la noche aquí.

- "La primera nevada del año...el flechazo blanco, por el cupido de Dios..." - La voz de Glenda suena en nosotros y ese jodido mutismo de muerte que se hizo suena, haciendo que giremos a ella.

Ríe avergonzada señalando en alto y sobres sus manos, un folleto de los tantos y en cada mesa hay y que se puso a leer.

Yo creo, que de aburrida ante tanto silencio de los tres.

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