CAPITULO 1

4.8K 343 125
                                    

Hasta el 8/4 su lectura completa y si desean colaborar, ya que todas mis regalías van para los Hospitales Oncológicos Infantiles, pueden encontrar esta novela como el resto de las mías por Amazon en todos sus formatos y con el precio más bajo de sus mercados.

Muy felices Pascuas, gente!!

CRISTO.

<< Un dom real, no pregunta ni exige por títulos o nombres a su sumisa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

<< Un dom real, no pregunta ni exige por títulos o nombres a su sumisa.

Él lo adquiere, porque ella lo siente.

Porque dom real se nace, no se hace. >>


MARCO

El teléfono junto a la mesa de mi cama no para de sonar.

Tanteo entre la oscuridad con una mano de muy mala gana por el interruptor del velador y bajo el gruñido intangible y dormido de mi esposa al lado mío.

La luz encendiéndose provoca que refriegue mis ojos, intentando con continuos pestañeos adaptar mi vista, mientras me incorporo atendiendo el llamado y con la otra, giro para ver mejor la hora en el despertador.

3:14AM.

Mierda.

- ¿Si? - Sale de mí, con voz pesada, ronca y dormida entre dos bostezos seguidos, mientras rasco mi mandíbula somnoliento.

Escucho lo que me dicen del otro lado sentándome en la cama y haciendo a un lado las cobijas que me cubren, negando en silencio y equilibrando el teléfono contra mi oreja y hombro, para buscar algo de ropa.

Porque, no me queda otra.

Agradezco colgando la llamada y por más que intento no hacer ruido al ponerme lo primero que encuentro sobre la silla para vestirme y las zapatillas bajo la cama, pero mi mujer me habla entre las sábanas.

- ¿Otra vez? - Solo dice entredormida.

Sonrío cansado y calzándome un abrigo.

Anunciaron en la radio ayer por la mañana, que los primeros fríos polares comenzaban esta semana.

- Otra vez, cariño... - Respondo con un resoplido y haciendo dos giros sobre mi cuello a mi bufanda, seguido a la gorra de lana hasta abajo de mis orejas.

Claudia se incorpora de la cama, chequeando la hora que es.

Me mira.

- No seas duro con él, Marco ¿si?

- Pendejo de mierda... - Solo gruño y tanteando en el bolsillo de mi abrigo, si se encuentran las llaves del coche.

Pero su mirada, pese al sueño de trabajar casi 12h en la farmacia.

Inclusive guardias los fines de semanas.

Esposa y madre de nuestras dos hijas.

Sumando a que esto, se estaba volviendo algo cotidiano en casi todas las madrugadas de nuestras vidas en el último tiempo.

El Santo®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora