Capitulo 10

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Eran casi las siete de la noche me encontraba dándole ciertos retoques al plano que poco a poco dejaba de ser modelo, para acercarse a lo que efectivamente había deseado el señor Cuesta. Cliente español que sin conocerlo, lograba poner los nervios de punta y es que lo imaginaba como un hombre de rasgos duros como una piedra del desierto, de musculatura exagerada y con la voz mas aguda que cualquier ser humano pudiera tener. La verdad creo que ver tantas películas de guerra influía demasiado en mi descripción, sonrío al terminar de corregir algunas medidas. Decido levantarme para así estirar un poco las piernas, aprovecho el momento para cerrar el ventanal de la sala de estar no quería que el pequeño florero que me obsequio mi madre antes de mudarme cayera al suelo, si, podía parecer trágica tomando en cuenta que el adorno se encontraba casi en la entrada principal de mi departamento, pero me basaba en el diminuto tamaño además no quería perder el valioso obsequio.

Comienzo a recoger el plano y algunas hojas tamaño carta que hacían parte de la mesa del centro. Pretendía ser tan paciente como ordenada, pero los lápices se negaban a mantenerse en mis manos ya que no dejaban de caer al suelo, por ende perdía la poca paciencia. Después de dejar todo ordenado prácticamente me hago parte del suelo y estiro el brazo derecho todo lo que me permite el cuerpo, intentando así alcanzar el último lápiz rebelde que se empeño en esconderse justo debajo del mueble más grande. Frunzo el ceño comenzando a molestarme en lugar de tomar en cuenta que puedo levantarme y simplemente mover al estupido mueble pienso que tengo oportunidad de alcanzarlo, soy capaz de hacerlo pretendo creérmelo a tal punto que creo que en algún momento esa extremidad del cuerpo se va a despegar de mi. El sonido del timbre aparece y decido ignorarlo, inhalo y exhalo apresurada, cuando en menos de un minuto regresa el timbre. Enojada me rindo antes de ponerme de pie, no me tomo el tiempo de siquiera mirarme al espejo ya que se repite el sonido infernal que indica que tengo visita. Al girar la perilla de la puerta de mi departamento, como era de esperarse deseo pagar el enojo con el intruso que se empeñaba en interrumpir mi labor.


Puedo saber cual es la urgencia o es que acaso jamás habías tenido de cerca un tim... -Se quedo callada al terminar de abrir la puerta-


El rostro tan cuidado como perfecto de mi jefa se hizo presente, por una milésima de segundo pensé que todo esto era producto de un sueño y si así lo era como debería actuar? Detallo su vestimenta semiformal, no sabia que tenia pero con lo que se pusiera lograba verse magnifica Dulce era hermosa y quizás eso ni siquiera yo lo podía negar. Sus grandes ojos oscuros se mantenían fijos sobre mí o mejor dicho admirando lo que los botones sueltos de la camisa que tenia, dejaban a la luz. Rápidamente aclare la voz, antes de abrochar con poco disimulo la prenda.


Dulce, que la trae por aquí –Abotonaba su camisa- Aunque la verdadera pregunta es como sabe donde vivo? –Hablo Anahi


-Desvío la mirada- Tuve la oportunidad de traer a Ana Paula, hasta aquí en alguna de nuestras salidas –Comento Dulce


Si es cierto, debí imaginarlo –Acepto- A que se debe esta visita? Comprendo que mi sobrina y tú se podrían llamar amigas, pero la verdad es que son casi las nueve de la noche. Así que usted entenderá que no son horas- Alego Anahi


Tía la realidad es que Dul, quería invitarme a cenar –Apareció de la nada sonriente- Pero como yo no pretendo un regaño que tal si vienes con nosotras, así te aseguras que regresemos temprano. Que opinas? –Pregunto Ana Paula

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