|Capitulo9| ✔

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Al llegar a su casa Anna les deseó las buenas noches a sus padres y subió corriendo las escaleras. Ya una vez adentro de su habitación, se puso el camisón, se soltó el cabello y se metió en la cama mientras su corazón brincaba de alegría.

Mientras repasaba la velada de aquella noche y de su encuentro, calló en la cuenta de que se estaba enamorando del soltero más codiciado de toda Inglaterra, se estaba enamorando del Marqués de Winchester. Sabiendo esta realidad, apagó la vela, se dio media vuelta y después de varios días logró dormir sin problemas.

Robín hacía un par de horas que había llegado a su casa y se había acostado. Estaba tendido boca arriba con la vista clavada en el techo, necesitaba poner en orden sus ideas.

Había sido un error ir a buscarla al salón de Lady Parker.
Recordó soltando una blasfemia, cuando la encontró rodeada de cuatro caballeros disputándose por quien debía bailar primero. Había tenido la necesidad de sacarlos a los empujones, decirles que se apartaran de ella, pero eso hubiese terminado en un escándalo, tan solo por eso se había quedado callado apretando los puños. Que lo mataran si iba a permitir que le pusieran una mano encima.

A su recuerdo llegó, haberla invitado un paseo por el parque, -de lo cual ya se estaba arrepintiendo- no le quedaba otra alternativa, lo haría sin otra intención que como amigos.

En su cabeza resonó la voz de ella "yo también disfruto de su compañía". Al recordar estas palabras no pudo menos que sonreír, si bien había visto algo de interés en Anna, no quería dar un paso en falso, así que desechó cualquier recuerdo de ella y su charla en el balcón. Se giró, apagó la última vela y se dispuso a dormir.

A la tarde siguiente, se encontraban Anna y Chloe caminando tomadas del brazo por el parque. Anna estaba ansiosa por contarle de su encuentro con el marqués la noche anterior.

-Chloe, hay algo que quiero contarte. -Anunció Anna mientras tomaban asiento en un banco- Ayer a la noche lo vi al marqués, estuvimos hablando.

-¿Cómo?, tienes que contarme todo con lujos de detalles.

-Mientras estábamos todos sentados en la mesa, en lo de Lady Parker durante la cena, sentí que alguien me observaba y cuando busque para ver quien era, Robín estaba ahí, mirándome con detenimiento. -Recordó- Luego mientras estaba conversando con unos caballeros, se acercó hasta ponerse a mi lado, como si me estuviera vigilando.

-Ay, amiga, que romántico. -Dijo Chloe con ilusión- ¿Qué más pasó? Cuéntame.

-Luego me invitó a bailar un vals y al término, nos dirigimos al balcón que da a los jardines. Estuvimos hablando y quedamos de dar un paseo por el parque uno de estos días. -Terminó con una sonrisa en los labios- No te das una idea lo caballero que es.

-Ay, Ann, ¿Dime, por favor, que aceptaste la invitación? -preguntó de pronto alarmada.

-Por supuesto que acepté, me pareció muy descortés de mi parte no haberlo hecho.

-Mmm, quien te dice, a lo mejor ya para la próxima temporada te encuentres casada. -Fantaseó.

-Ay, Chloe, y yo que pensé que la soñadora aquí era solamente yo.- Dijo mientras las dos rompían en carcajadas. -¿A ti como te está yendo? ¿Ya encontraste algún caballero aceptable?

-Hay uno, pero no voltea a verme. -Dijo tristemente.

-¿Quién? Dime. -Exigió saber Anna.

-Tú lo conoces. -Respondió Chloe a modo de darle una pista.

-¿Te refieres a Jona? -preguntó sorprendida.

-Si, pero, por favor, no le digas nada, -le rogó a su amiga- el día de tu presentación, cuando te acercaste con él a donde estaba yo con el señor Fitzjeral, me miró con cara de pocos amigos. Y la verdad no sé que le pasa, cada vez que me ve hablando con alguien se pone de un humor imposible. -Se sinceró Chloe- Ojalá me invitara a dar un paseo como tú con el marqués.

-¿Y por qué en vez de esperar a que él te invite, no lo invitas tú? Quién te dice que capaz acepte. -La animó Anna.

-¿Tú dices? -dudó Chloe.

-Inténtalo, total el no ya lo tienes. -La animó una vez más.

-Ay, Ann, no sé que sería de mi si no te tuviera, -sonrió- gracias por ser mi mejor amiga.

-De nada Chloe, ¿Ahora si, seguimos? -preguntó Anna.

-Si, vamos. -Contestó Chloe.

Se pusieron en marcha una vez más, riendo y haciendo planes.

Aquella misma tarde, Robin se encontraba en el estudio leyendo el periódico y tomando una taza de café, en eso entró Charles haciendo el anuncio de que había llegado su contador.

-Muchas gracias Charles, hágalo pasar por favor. -Dijo.

Se levantó del diván dejando su café a medió terminar sobre la mesa de caoba junto al periódico.

Al cabo de unos segundos, ingresó el contador por la puerta del estudio. Robin le tendió la mano y el contador la estrechó.

-Buen día Señor. -Saludó el contador ocupando su lugar.

-Buen día Paul, -saludó- digame, ¿ha tenido información sobre lo que le pedí?

-Si señor. -Contestó el contador sacando unos papeles de su gastado maletín una vez que tomaron posición en el escritorio.

-Como verá, la propiedad es ideal para arrendarla, de hecho, hay inquilinos viviendo en ella, me tomé la libertad de ir hasta allí y comprobar como se encontraba el estado de la misma, según me entrevisté por las personas que allí viven, a la estancia hay que hacerle unos arreglos, lo cual si sumamos el valor de la hipoteca más los gastos para ponerla en estado es de veinte mil libras.

-Perfecto, mañana a primera hora le mandaré el dinero necesario para saldar la deuda. En cuanto a los arreglos, los hablaré directamente con el arrendatario.

-Estupendo, apenas tenga en mis manos el papel de la hipoteca saldada, le traeré la escritura a su nombre mi lord. -Le comunicó el contador mientras se levantaba de su asiento- Con su permiso, debo retirarme, tengo más clientes que visitar.

-Muchísimas gracias, lo acompaño hasta la puerta. -Le contestó Robín mientras abría la puerta para que el contador pudiera pasar.

Una vez que el contador se hubo marchado, Robín habló con su mayordomo para que tuviera todo dispuesto para su viaje el fin de semana.

Cuando regresó al diván a proseguir con la lectura, ingresó el mayordomo con la correspondencia. Esa noche habría tan solo dos eventos, así que eligió la que de seguro elegiría Anna para ir y se la guardó en el bolsillo, de pronto, sin previo aviso, en su cabeza comenzó a resonar por milésima vez la frase "yo también disfruto de su compañía" y sin querer se le aceleró el corazón.

Se pasó una mano por la cabeza desordenándose el pelo, estaba perdiendo la cordura, en los últimos días había desaparecido todo rastro de su auto control. Le estaba costando apartarla de sus pensamientos. Con algo de suerte a partir de esa noche pondría distancia entre los dos. No había terminado de tomar esta determinación que ya lo estaba lamentando.

Amor eterno®✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora