Epílogo: ✔

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Londres, Inglaterra 1824.

Anna se encontraba sentada en el jardín junto a sus padres, su hermana, su acuñado y su pequeña niña April que apenas cumplió un año.
Con Robín hacia casi un año que se habían casado y vivían muy felices en la residencia de la ciudad. Aquella tarde de verano, mientras observa como Frederick juega con su April, inconscientemente Anna llevó una de sus manos a su vientre inflamado. En tan solo unos días dará a luz a un bebé.

Mientras observa aquella escena, imaginó a Robín en esa situación y no pudo evitar sonreír.

-Pronto estarás así con tu hijo Anni. -Dijo Lucy sacándola de su ensoñación.

-Si, no veo la hora de que este bebé decida nacer, ya no puedo descansar bien por las noches. -Contestó Anna, los signos de un mal descanso se estaban haciendo evidentes- Este niño es fuerte como su padre.

-Hablando de Robín, ¿Dónde está mi cuñado? -pregunta su hermana.

-Tuvo reunión en el parlamento. -Contestó Anna.

-¿Para cuando tienes fecha de parto hija? -preguntó Constance.

-En teoría para dentro de tres días, pero ya saben como son los niños, ellos nacen el día y hora que quieren.

-Por supuesto, sino mira a tu hermana que nació antes de la fecha estimada.

-Por eso. ¿Y que nombre le van a poner? -preguntó Lucy.

-Si es niño se llamará Joseph, como el padre de Robín, y si es niña, se llamará Catherine.

-Oh, que hermosos nombres. -Dijo Constance ilusionada por conocer ya su nieto o nieta.

Anna estaba por servir el café cuando un dolor en la parte de abajo la dejó sin respiración.

Tubo que sostenerse de la mesa ya que sentía las piernas de gelatina.

-¿Anna estas bien? - preguntó su madre al ver que se había puesto pálida.

-Creo que se ha dado cuenta de que hablábamos de él, por que ha decidido nacer justo ahora. -Contestó Anna antes de que le diera la segunda contracción.

-Ven vamos a la habitación ya. -La urgió Constance- Antes de que se hagan más seguidas.

-Frederick, ¿Puedes ir en busca de Robín? -le preguntó Anna.

-Por supuesto le diré lo que está sucediendo.

Cuando Robín llegó, se encontró con el padre de Anna en el estudio de Robín sentado.

-¿Cómo está? ¿Ya ha nacido mi hijo? -Preguntó Robín nervioso.

-Tranquilízate, ella está bien, aún no ha nacido. -Le respondió Arthur.

-Creo que ire a ver como esta mi esposa. -Dijo Robín girando sobre sus talones.

-No, tú mejor te quedas aquí, deja a las mujeres a hacer su trabajo.

Arthur se levantó del asiento y se dirigió a la mesita auxiliar y sirvió tres copas con brandy.

-Tomen, les servirá para calmar los nervios. -Dijo Arthur tendiéndoles las dos copas restantes a sus yernos.

Mientras esperaban desde arriba llegaban los gritos de Anna por las contracciones.

-Puja una vez más. -Dijo la comadrona.

-Haaaa.-Anna pujó con todas sus fuerzas gritando muy fuerte.

Lucy se acercó para secarle el sudor de la frente con un paño.

-Puja una vez más... Otra vez. -Le ordenó una vez más- vamos que tu puedes Anna, ya le veo la cabeza.

Anna pujó una vez más y la cabeza del bebé terminó de salir, la comadrona lo giró y de un solo puje más el bebé término de salir.

-Felicitaciones Señora Henderson, es un varón. -Informó la anciana cortándole el cordón umbilical.

Luego de que limpiaran al bebe y a ella, y tiraran los trapos usados a una cesta. Le entregaron el niño recién nacido a la madre para que lo amamantara.

La madre y Lucy bajaron en busca de los hombres de la familia, para darle la noticia.

-Ya puede subir señor Henderson. -Le comunicó Constance con una sonrisa de oreja a oreja por la felicidad.

Robín corrió escaleras arriba y al entrar despacio en la habitación se encontró con el cuadro de Anna alimentando a un pequeño bebé.

-Ven , acercate. -Lo llamó Anna- Quiero presentarte a alguien. Cuando Robín se acercó, Anna recién habló.

-Cariño, quiero presentarte a Joseph Henderson, cuarto marqués de Whinchester.

-Oh, cariño. Me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo.

Robín intentó contener las lágrimas, pero no lo consiguió.

Unos días más tarde Anna y Robín junto a su niño recién nacido, se encontraban el el jardín disfrutando del preciso día que hacía.
Robín clavó la vista en su esposa y su hijo pensando que era el hombre afortunado de la tierra , Dios lo había bendecido con una esposa dulce y tierna, y un hermoso niño, sano y fuerte.
Por primera vez en su vida se sentía completo.
Se acercó a ellos, y sin pronunciar palabra le dio un dulce beso y ella entendió sin palabras que su amor iban más allá de todo.

Amor eterno®✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora