|Capítulo 27| ✔

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Tres días después era la fiesta en Winchester House. Anna entró al gran salón con su familia, admirando cada detalle. Estaba decorado en tonos esmeralda y dorado, iluminado por enormes candelabros pendiendo del techo. Tenía grandes ventanales que daban a una terraza grande que llevaba a los jardines.

Robín la llevó a dar un paseo por todo el salón y luego la condujo hacia los jardines.

-¿Aún sigues afectada por lo del otro día? -le preguntó Robín preocupado.

-No, ya no. Estoy tranquila en ese sentido. -Le respondió Anna.

-Te amo Anna.

-Te amo Rob.

-Mandé a avisar a mis empleados que estén atentos por si la ven para que no la dejen entrar. No quiero que arruine nuestra noche. Ven, quiero mostrarte algo.

La tomó de la mano y la condujo por el camino de grava hasta que llegaron a un invernadero, al entrar Anna sintió un sutil aroma a jazmines mezclado con rosas. Era un olor embriagador. Robín la condujo al centro del invernadero. Tomó a Anna por la cintura y la acercó a él, bajó la cabeza y la besó con ternura. Anna sintió que se le aflojaron las piernas y se tomó de la chaqueta de él por miedo a caer al suelo. Robín la sujetó más fuerte aún.
En un abrir y cerrar de ojos el beso cambió de matiz, paso de ser tierno a ser exigente y de exigente a necesidad. Después de que Robín se apartó para recuperar el aliento volvió a apoderarse de la boca de Anna.

Cuando el beso hubo acabado quedaron los dos con la respiración agitada y con ganas de más, pero Robín era un hombre de valores e iba a esperar a estar casado con ella para intentar hacer un movimiento más osado.
Robín observó los labios irritados por los besos que habían compartido y ya se estaba arrepintiendo de haber tomado la decisión de esperar al matrimonio.

-Volvamos, quiero bailar contigo uno o dos valses. -Le dijo Robín mientras le acariciaba la mejilla con la punta de su nariz.
Le estampó el último beso y salieron de allí.

Al ingresar dentro del salón, la pareja se dirigió al centro para luego comenzar a girar en círculos.

Cuando el vals concluyó, Robín la volvió a llevar junto a la familia de ella.

-Oh, señor Henderson, déjeme decirle que la velada ha resultado todo un éxito. -Le comentó Constance.

-Muchas gracias, señora Brighton. -Le contestó Robín, con una sonrisa- ¿Ustedes como la están pasando?

-Muy bien, gracias, disfrutando la noche, y por lo que veo Anna también. -Contestó Constance dedicándole una sonrisa afectuosa a su hija.

Robín le dedicó una mirada y una sonrisa seductora. Le recordaba mucho a un lobo.

-Si, debo admitir que estoy pasando una velada agradable. De apoco le voy tomando el ritmos estos eventos.

-¿Viste que yo te dije que era cuestión de tiempo para que le siguieras el tranco? -le contestó Robín.

-Si, tenías razón Rob. -Le respondió ella con una sonrisa amable.

-Señora Brighton, ¿la ofendería si la invito a usted y a su familia a almorzar mañana al mediodía?

-Pero como cree, -dijo Constance haciendo un gesto con la mano como restándole importancia- al contrario. Estaremos más que encantados de venir.

-Muchas gracias señora Brighton. -Contestó Robín con una reverencia.

-Yo le debo las gracias a usted por la invitación. -Respondió Constance con una inclinación de cabeza a modo de reverencia.

Cuando la fiesta acabó, La familia de Anna incluida ella partieron hacia su residencia.

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