|Capitulo 23| ✔

9.5K 749 17
                                    

Estaba por volver a besarla, cuando su madre salió al patio.

-Felicitaciones Anna y señor Henderson, mi marido me acaba de comunicar que le pidió la mano a mi hija. -Dijo Constance feliz.

-Gracias, señora Brighton. -contestó él apartándose de Anna.

-Vayamos pasando al comedor, ya debe de estar el almuerzo. -Y sin más se encaminó a dentro. Anna y Robín la siguieron tomados de las manos.

-Recuerda, tú eres muy importante para mi Anna. No desistiré hasta que me des el sí.

-Tú... Tú también eres importante para mi Rob. -Dijo tímidamente Anna- eres especial para mí también. Créeme que si pudiera te daría el sí.

Llegaron a la puerta trasera y entraron a la casa. Cuando llegaron al comedor, se encontraron con Frederick y se felicitaron mutuamente. Conversaron animadamente sobre los preparativos de la boda de Lucy.

Cada tanto Robín miraba a Anna cuando esta estaba distraída.

De pronto cayó en la cuenta de que se había enamorado de ella.
Que no podría vivir sin que ella estuviera en su vida. Sin querer lo embargó un sentimiento de miedo ¿Y si ella se iba como se había ido Clair? ¿Si lo dejaba ahí con el corazón sangrando sin importarle lo que le doliera?

Tuvo que tranquilizarse mentalmente, Anna era muy distinta a Clair. Ella no estaba con él por el título ni su riqueza. En cambio, a Clair si, cuanto más alto pudiera escalar mejor para ella. Bebió un trago largo de sidra y continuó evaluando lo que sentía por Anna, ahora que sabía que la amaba con locura, tendría que ir con cuidado para no salir herido.

Anna lo descubrió en varias oportunidades observándola. Era como si estuviera asimilando alguna información nueva dentro de sí mismo.

Al terminar de almorzar, los caballeros fueron al despacho del señor Brighton y las mujeres fueron al jardín a aprovechar del día lindo.

Al terminar de conversar, los hombres se reunieron con las damas.

Anna estaba leyendo un libro y al ver que se había acercado Robín se puso de pie.

-Debo irme mi amor. -Dijo Robín sin mucho animo de dejarla- ¿Te veo esta noche?

-Bueno Rob. Si, esta noche vamos a lo de Lady Ashton. -Respondió Anna.

-Paso a buscarte a las nueve pm.

Robín se despidió de Anna con un beso en la mejilla y luego ejecutó una regia reverencia al resto de la familia y se marchó acompañado de Anna.

-Estoy muy feliz por ti hija. -Comentó Constance cuando Anna volvió al jardín.

-Gracias madre. -Contestó Anna con una sonrisa.

-No esperaba menos de ti Anna, parece ser un buen muchacho. -Le dijo su madre conteniendo las lágrimas. -Mis dos hijas pedidas en matrimonio.

-Ay, mamá no llores, por favor. -Dijeron Anna y Lucy al unísono abrazándola.

Aquella tarde Anna caminaba en el parque con Chloe. Mientras conversaban, Anna le contaba a si amiga lo ocurrido aquella mañana.

-Chloe, hay algo que debo contarte. -Anna agachó la cabeza simulando pena.

-¿Qué pasó Ann?, no me asustes. -Le dijo Chloe esperando una mala noticia.

-Es que... -Se interrumpió su amiga- Hoy fue Robín a pedir mi mano a casa. -Contestó levantando la cabeza y mostrando una sonrisa amplia.

-¿Qué? ¿En serio? ¿Qué le contestaste? -le preguntó Chloe, queriendo saber todo a la vez.

-Tranquila. Si, fue hoy después del desayuno a hablar con mi padre. -Le contó Anna- Pero no le dije que si, primero tiene que decirme que me ama.

- Ann, ¿Tan testaruda puedes ser? -se resignó su amiga.

-Solo tiene que decirlo y aceptaré más que encantada. -Afirmó.

-Ann, deja de jugar ya con el pobre hombre, ¿No ves que te ama?

-Sé que me ama, solo quiero que sea consciente de que lo hace.

-Igual, me pone contenta por ti. -Le dijo Chloe abrazándola.

-Gracias, ahora quiero preguntarte ¿Aceptarías ser una de mis damas de honor? -le preguntó Anna con una sonrisa.

-¿Bromeas?, claro que acepto Ann. -Dijo Chloe sorprendida.

-Gracias Chloe. -Respondió Anna emocionada.

Siguieron con su paseo cotidiano deteniéndose de vez en cuando para conversar con otras mujeres. Al final del recorrido, ambas mujeres se despidieron para ir a prepararse para la fiesta de Lady Ashton.

Aquella tarde Robín había planeado llevar a Anna a cenar antes de ir a la velada de Francin. Hizo la reservación en uno de los restaurantes más finos de todo Londres.

Anna eligió un vestido de color durazno, la doncella le tejió unas cuentas en el pelo y luego se lo sostuvo con horquillas.

Cuando hubo terminado, contempló su imagen en el espejo y quedó satisfecha con los resultados. Se pellizcó un poco las mejillas para tener un poco de color y se colocó la pulsera que Robín le había obsequiado.

Mientas bajaba las escaleras, se encontró con Robín en el vestíbulo, lo saludó con un beso en la mejilla.

-Señora Brighton, llevaré a Anna a cenar, luego iremos a la velada. Le comunicó Robín a Constance.

-Bueno señor Henderson. -Contestó la madre de Anna- Nos vemos más tarde hija.

Y ambos se fueron hacia el carruaje.

Robín abrió la portezuela y ayudó a Anna a subir, luego de ubicarse en el asiento al lado de ella, la cerró. Luego de golpear el techo, el carruaje se puso en marcha.

Al llegar al restaurante, entraron a una estancia bastante intima para poder conversar tranquilamente, pero lo suficientemente aceptable para que no se pusiera en duda su reputación.

-Oh, que hermoso lugar Rob. Gracias por invitarme aquí. -Le dijo Anna.

-Aquí por lo menos podremos hablar tranquilamente sin interrupciones.

Mientras conversaban un mozo les llevó el menú. Al cabo de diez minutos el mozo les tomó la orden y les trajo una botella de champán a la mesa, la destapó y les sirvió un poco del líquido color ámbar en sus copas.

-¿Cómo te gustaría que fuese nuestra boda? -preguntó Robín.

-Aún no te he dado el sí. -Contestó Anna mirándolo a los ojos.

-A mí me gustaría algo más bien intimo, con los más allegados. Robín no le prestó atención a su protesta.

-Aún no te he dado el sí. -Volvió a decir Anna, dándose cuenta de que estaba jugando.

Anna tomó un poco del champán y sintió como las burbujas le hacían cosquillas en el paladar.

-La noche anterior te conté de mí. Ahora cuéntame de ti. Quiero saberlo todo.

-Esta bien. -Contestó Anna- Ya sabes que soy la segunda hija de lord Brighton. Fui educada en casa por institutrices. Me gusta leer, sobre todo poesía... Creo que eso sería todo.

-Te faltó algo. -Le dijo Robín.

-¿Qué? -se intrigó Anna.

-Que tienes los ojos azules más transparentes que he conocido.
Anna se atragantó con el champán.

-Perdón, no fue mi intención incomodarte. Solo decía la verdad.
Se sinceró Robín.

-Anna, sabes que realmente me importas. Jamás me había sentido tan cómodo con alguien como contigo.

-Lograste que saliera de mi guarida.

Anna se quedó sin palabras, con la copa a medio camino.

Amor eterno®✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora