Capítulo 1: Cambio de casa

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Estaba en mi cuarto despidiéndome de la casa, faltaba como máximo un minuto para abandonar aquella casa en la que había vivido desde pequeña e irme a una nueva ciudad, a un nuevo instituto, y por descontado mudarme a una nueva casa.

- Hija baja ya, Max y Killian nos están esperando - gritó mi madre desde el recibidor.

Cogí mi maleta y reteniendo unas lágrimas bajé las escaleras,  iba a echar de menos esa casaen la que habían pasado cosas buenas y cosas malas, pero al fin y al cabo mi casa. Trs esepensamiento volvió a venirme a la mente la imagen de "mi padre" maltratando a mi madre.... padre si se le podía llamar así, por que él nunca había sido un padre. Aapreté los puños con rabia y bajé el último escalon.

- ¡Al fin hija! -exclamómi madrecon unasonrisa- corre, estoy muyemocionada por que conozcas la casa, está en una zonamuy tranquila y soleada,estoy segura de que te gustará.

Me encantaba ver a mi madre ilusionada de nuevo y ese brillo en los ojos que hacía tanto que no veía.

Nos subimos al coche viejo y destartalado de siempre y Isabela comenzó a conducir. Durante el viaje fuimos riendo y ella me contó un poco más sobrelaciudad y mi hermanastro, supongo que pensaba que si me explicaba y sabía a lo que me enfrentaba estaría más tranquila.

- Mamá, si te puedo ser sincera estoy muy nerviosa, no conozco a Max demasiado, y a su hijo nunca lo he visto - digo cabizbaja observando mis manos.

- Ya verás que Max es muy simpático, te caerá muy bien, la convivencia será muy tranquila y te puedo asegurar que su hijo te caerá genial, ha venido más de una vez al trabajo acompañando a su padre. -dijo con un tono tranquilizador, a pesar de que no me tranquilizaba para nada- y Max me ha dicho que Killian se muere por conocerte -añadió.

Ahora mismo me estaba arrepintiendo de las veces que podría haberle acompañado al trabajo y no lo hice,  aunque fuera para hacerme una idea de lo que tendría que afrontar el resto de mi vida...

Después de dos horas llegamos, todos los edificios eran enormes y habían muchas plazas y parques donde abundaba el color verde de los arboles y plantas.

Aparcó delante de una hermosa casa grande, me quedé boquiabierta. Por fuera se veían 3 plantas, habían flores bajando por las paredes exteriores y muchas ventanas y balcones.

Mi madre sacó una llave, abrió la berja y entramos. 

- Genial, ya tienes llaves, no hay marcha atrás -comenté en un tono sarcástico.

Pasamos un largo caminito de piedra hasta la puerta principal y a medida que iba avanzando iba viendo una piscina enorme, un jardín con muchas plantas y flores, y había hasta un campo de fútbol mediano. Mas que una casa parecía un palacio.

Al abrir la puerta vi a Max, con expresión amigable, cosa que siempre me tranquilizaba ver en momentos de tensión. También estaba su hijo en el sofá observandome atento con unos ojos azules cristalinos.

- ¡Hola Chicas! Sois puntuales, ¿eh? Habéis llegado justo a las diez en punto.

- Si no llega a ser por mi madre llegamos mucho más tarde por mi culpa, se me ha hecho difícil dejar la casa -comenté con una leve sonrisa.

- Yo soy Killian, encantado preciosa - me dijo su hijo y acto seguido estaba dándome un beso en la mano sin dejar de mirarme a los ojos.

Me recorrió un escalofrío por el cuerpo, sabía de que iba todo eso, su tono imitaba uno seductor.

- Hola -le contesté sin demasiada efusividad, no quería parecer maleducada delante de Max.

- Me alegra muchísimo que al fin estáis aquí, al fin estamos como una familia, juntos...  Ciara, quiero muchísimo a tu madre y estoy muy feliz de que me aceptes como uno mas de la familia, quiero agradecerte el esfuerzo, no son fáciles todos estos cambios.

- Solo quiero verle feliz -esbocé una sonrisa triste- ha sufrido mucho, más que yo y mientras ella sonría yo soy feliz -añadí.

Killian se me quedó mirando atentamente al escuchar que habíamos sufrido.


No eres solo mi hermanastro (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora