Guiado por una mujer, a la que me costaba reconocer, atravesé el umbral de una puerta que daba al salón principal del gimnasio. ¡Ni una puta mujer! El recinto se encontraba lleno de hombres, que parecían salidos de una película de prisión, realizando diferentes tipos de ejercicios. No pude evitar imaginar a Anna coqueteando con alguno de ellos, como lo hizo con el chico de recepción. La sangre hirvió en mis venas. Respiré profundo intentando contenerme.
La Ratoncita caminaba con confianza, haciendo resonar cada paso que daba contra el piso de madera pulida. Todos la seguían con la mirada, aunque nadie la miraba directamente. Raro. Parecía que quién entraba en la habitación era medusa; el miedo a volverse de piedra, palpable.
Desvié mi atención de los intentos de Perseo, curioseando todos los aparatos a mi alrededor. Al concentrarme, de nuevo, en Houdini, la encontré caminando a paso rápido hacia los brazos de un hombre fornido, alto como Jason, que la esperaba con una sonrisa torcida y un brillo especial en los ojos.
Con un disimulo digno de un agente secreto fulminó a un hombre, que se había quedado prendado de la escena, por no decir de mi Anna; éste bajó la cabeza y volvió a sus cosas con una rapidez escalofriante. Parecía ser alguien respetado en este mugroso lugar.
Anna se hallaba entre los brazos del instructor, que la estrujaba en un abrazo de oso, con zarandeo incluido. Parpadeé al notar sus pulmones hincharse para retener por más tiempo el aroma del otro en sincronía, sintiéndome un intruso.
—¡No respiro! —Musitó luego de un par de segundos la Nerd.
—Te extrañé, princesa —contestó el forzudo. Besó su coronilla, aflojando su agarre, a pesar de mantener sus manos acaparando su cadera. Ella elevó sus brazos, y rodeó su cuello, dedicándole una sonrisa radiante, sincera.
—Vine la semana pasada —espetó con un aire burlesco—, ¡no seas dramático!
En ese preciso momento, el extraño se percató de mi presencia; e interrogó en absoluto silencio a la chica entre sus extremidades superiores.
—Kyle, te presento a Riley. —Le sonrió, señalándome—. Un compañero de la universidad.
¡Ni siquiera nos mandó a la friendzone!
Sí, hubiera preferido cien veces que dijera que yo era su amigo. Ese: "compañero de la universidad" fue lo más frío y cruel que alguna vez pude escuchar; incluyendo el: "una vuelta más" de Mase, después de haber corrido esa supuesta vuelta más, cuatro vueltas antes.
—Encantado. —El fornido me dedicó una sonrisa burlona; seguro el ruido de mi corazón rompiéndose en mil pedazos había llegado hasta sus oídos. Le devolví el intento de una sonrisa, mas me salió una mueca triste.
—Tenemos que hacer un trabajo, más tarde, así que me esperará. ¿Podrías prestarle algo de ropa, para que pueda entrenar un poco, mientras tanto? —Un mohín dulce, junto a un leve aleteo de pestañas fue suficiente para que, con un suspiro resignado, el chico asintiera.
—Tu ropa está en mi oficina, donde siempre. Tú cámbiate, y comienza con la rutina de precalentamiento. —Con un movimiento de la mano me instó a seguirlo—. ¡Ah! Recuerda poner el seguro, princesa.
La risa de Anna se escuchó, justo antes del sonido de una puerta cerrándose. Luego de caminar por un pasillo angosto y oscuro, llegamos al único vestidor del lugar; Kyle me dio algo de ropa deportiva, además de asignarme un locker vacío donde dejar mis pertenencias. Aunque me recomendó no dejar nada de valor en su interior. ¿Dónde nos metimos?
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La Nerd Perfecta
Fiksi UmumÉl es el nuevo chico malo en la ciudad Ella una nerd que raya en lo antisocial Él la busca porque la necesita Ella cree que necesita alejarse de él Sólo el tiempo hará que se den cuenta que es lo que realmente necesitan el uno del otro. Si estas bus...