Capítulo 4: Mikaela.

111 14 7
                                    

Antes de que la humanidad construyera grandes arquitecturas, magníficas obras de arte, esculturas, historia e incluso entendiera las palabras, existió una antigua dinastía de pura sangre, los cuales eran criaturas que vivían desde tiempos memorables, las dinastías mantenían reglas de ataque y contra ataque, los humanos no eran más que carnadas y sebo para existir, el mundo oscuro repleto de maldad, brutalidad, egocentrismo e incluso asesinatos entre dinastías vivía por debajo de los mundos de luz, no había más que aquellas luces provocadas por rocas que no eran suficientes siquiera para iluminar una pequeña roca más.

Habían sobrevivido bastante tiempo fuera de la existencia que algunos relatos hablaban de ellos, ocultos en las sombras, aniquilando animales, cazando por diversión e incluso habían experimentado el gusto de tener sirvientes creados por ellos, convirtiéndolos en sus mascotas sexuales, se alimentaban y sencillamente cuando ya no los querían los despachaban como perros hambrientos en jauría.

Los siglos pasaron y nadie había escuchado ni visto nada, hasta que un día todo cambio.

El sol estaba a punto de salir para acariciar las montañas nevadas del pueblo más olvidado por la humanidad, donde el toqué de la cumbre más helada había cubierto todo a su paso, un joven de tez blanca, ojos azules parecidos al zafiro, pelo rubio alborotado, vestimenta tan antigua como los viejos caballeros reales, yace parado mirando aquel momento tan precioso que le encantaba apreciar.

-¿Qué estás haciendo aquí Mika?. Una voz semi-gruesa con un toque fuerte, aproximándose hasta el rubio. -¿Otra vez observando el sol? ¿Acaso pretendes?. Pero aquel chico solo cerro sus ojos sin decir nada.
-Vaya si que eres un todo un enigma... Postrándose al costado derecho, cruzando sus brazos mientras observaba la sorprendente escena.
-Y ¿Bien?. Sonriendo de medio lado sin desprender la vista al frente.
-No tengo porque explicarte nada... Responde el rubio al regresar su vista al frente.
-Vaya, eres el prodigio y terminas insultando a tu mayor, no podrías siquiera contenerte ¿verdad Mika?. Otro se aproxima con pasos firmes a comparación de los otros dos, este era más travieso.
-Te tardaste, ¿Acaso los humanos ya no caen tan fácil?. Cuestiona el peli-rojo con una sutil sonrisa en sus labios.
-Claro que no, siguen igual de estúpidos, aun no comprendo cómo pueden construir monumentos sin siquiera tener nuestra Fuerza... Desanimándose el peli-plateado.
-No molesten... Girándose dejándoles por detrás.
-Vamos, no te pongas así Mika, todos los nobles requerimos de entretenimiento. Lo único que consiguió el platino fue una mirada llena de enojo, sus ojos azules cambiaron a unos rojos carmesí.
-Oh entiendo, entonces, ¿Quieres pelear?. Entusiasmado se prepara su camarada tronándose los dedos por iniciar un conflicto, lamentablemente solo obtuvo que se marchará.
-¿Que demonios le pasa?. Apretando su puño y gruñendo con molestia.
-Cálmate Ferid, Mika no es como todos los demás. Sería difícil que pudieras derrotarlo con lo que tienes, por el momento es ignorar su arrogancia.
-En verdad que no lo entiendo, es un aguafiestas... Desquitando su sonrisa sínica sobre la mirada del peli-rojo.
-Es un completo enigma... Añade su acompañante.

Volviendo dentro de las montañas, allí yace todo un hogar repleto de energía creada por el mismo sol, aquel enemigo mortal que le aniquilaría en segundo, lamentablemente para un vampiro de la nobleza hasta no concluir con al menos 30 personas no podrán caminar a su gusto en plena luz del día.

En la actualidad algunos ya no se encuentran más en aquel hogar, se vieron obligados a destruir sus yacimientos por intrusos enemigos a las diferentes dinastías, todo el clan se dividió y solo pocos llegaron a la ciudad del joven Yuu.

Mika había transcurrido el asesinato de al menos 50 personas ante el ataque de la Hermandad Santa del Vaticano obligándole a obtener su poder infinito e inmortalidad, sería honrado como uno de los inmortales más nobles de la historia.

Lamentablemente Krul la dama vampiresa le había dejado el liderazgo total de la dinastía. Ya que había sufrido grandes heridas y difíciles de restaurar, la fe humana y el Dios con el que luchaban era muy peligroso para su existencia.

Los humanos se aliaron a un fuerte Dios, que les impedía mantener ciertos controles sobre algunas habilidades como la regeneración y algunas otras más.

Al caminar incontables veces por la ciudad algo le había llamado la atención al rubio, un joven de pelo negro, ojos verdes, con una sonrisa implacable, a lado de su madre caminando por las calles del centro, ese día hubo un festival que era muy conocido por los habitantes como "Festival de Calle" dándole lugar a muchos artistas expresarse libremente sin alteración o interrupción de los policías. Al principio solo podía apreciar la atención que mostraba el pequeño, pero con forme iba pasando el tiempo y le iba conociendo, más y más le intrigaba esa atención que daba por su amigo de todo a todo.

Mika aprendió cada ruta a la cual el joven transcurría sin que notará su presencia él le seguía muy detenidamente. Aprendió cada una de sus frases, su lenguaje, su expresión, sus facciones. ¿Qué era esto? ¿Porque tenía tanta necesidad de seguirle? No era más que un humano.

A unos días del terrible acontecimiento, Mika y Yuu tuvieron un encuentro de 2 segundos, donde el pelinegro ni siquiera se percató del rubio, pero el joven vampiro sonrió de medio lado, aprendiéndose su olor de todo a todo, sintiéndose satisfecho por las memorias que se le venían a la mente.

-Por fin te encontré... Dicho esto camino por la inmensa neblina.

La noche del asesinato, Mika iba a toda marcha en dirección del pelinegro, sabía que algo no estaba bien ya que no le vio regresar por los caminos que frecuentaba, algo se le había escapado y ese terrible presentimiento no le agradaba en lo más mínimo, pudo sentir su miedo por el viento, tardó más de media hora en llegar a la casa de Taichi, percatándose de como aquel sujeto estaba a punto de aniquilar a ese ser que tanto había visto, su ira surgió convirtiéndose en aquella criatura a la cual no le agradaba, entro con fuerza por una ventana, derribando al sujeto golpeándolo contra la pared.

-¿Qué demonios crees que haces?
Dice un molesto vampiro, el humano no tenía conciencia alguna, intento atacarlo pero Mika le destruyó todo su campo visual, su columna yace tendida en el suelo, el hombre agonizaba mientras les veía lentamente marcharse, Yuu en brazos del rubio.

Afuera de la casa le veía dormido.
-No dejare, que te arrebaten de mi lado Yuichiru Hyakuya...

Caminando en la oscuridad de la noche, hasta llegar al hospital.

_____________________________

Bueno esto es todo por hoy, espero les haya gustado y seguiré subiendo según se me ocurran las ideas.
Tengan buen día.

Sinfonía AmargaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora