Sinfonía Amarga

Capitulo 6: Ferid Bathory

Antes de que la humanidad tuviese conocimiento con respecto al nacimiento de la arquitectura, sueños esperanzados y aplastados por un cazador furtivo entre las sombras, demonios desechos, descuartizados por placer, ámbitos sexuales, levantamiento de sirvientes y un circo llevado al pie de la letra.

Ya hace más de un Siglo, donde la guerra santa con la Hermandad y los vampiros había dado inicio, la orden desesperada de Krul Tepes al mandato de un sucesor, un vampiro de antaño se revelaría ante su líder que yace oculta en lo más Profundo del Castillo a las afueras de toda civilización.

Enfurecido al ver cómo a uno de los Mejores Capitanes lleno de avaricia y deseo del poder de liderar a todo un ejército de más de 10 mil criaturas, servidores, vampiros y súbditos sean encomendados a un sujeto al cual ni siquiera siente alguna importancia sobre ellos.

Inaudito, verdaderamente inaudito, falso como la sangre, a pesar de ser un noble, era odiado por sus camaradas. ¿Porque un sujeto como él Tendría que ser su líder?
Las cuestiones iban y venían segundo a segundo, se vieron obligados a abandonar sus territorios, dejando al Vaticano apoderarse de tremendo nido, les dieron las armas que necesitaban para retenerles.
Esos acontecimientos se verían disputados por los siguientes nobles. Los cuales no permitirían convertirse jamás a la orden de Mikaela.

-Vaya, odio estar encerrado en este nuevo mundo...- Contemplando la belleza de aquellas luces atravesar la ventanilla de cristal a plena luz de la noche. -Me pregunto, ¿Que estarás haciendo en el mundo humano?
Observando una fotografía vieja y maltratada de alguna familia, esta yace manchada con gotas de sangre. Sentado a la par de la ventana, viendo el cuerpo ya sin vida, mutilado, desmembrado. -Los humanos, son tan frágiles...- Dando un sorbo al tibio vaso, dirigiendo su vista a la ciudad.
-Esto es bastante aburrido, necesito diversión-
Se levanta de su aposento, gira la manecilla y sale como si nada hubiese pasado dentro, camina algunos pasos provenientes y se encuentra con una chica vestida de mesera, sonríe tomándola del brazo, enamorándola con esos ojos carmesí, sonrisa seductora mientras remojaba sus labios con la punta de su lengua.
-Bu...buenas noches... Dice nerviosa la joven, aquel olor que desprendió la castaña fue suficiente para entre lazar sus dedos con las de ella, obligándole a abordar su precioso destino, dentro del ascensor Ferid besa delicadamente los labios de la mujer, introduciendo sus manos por debajo de la molesta vestimenta, los gemidos de la mujer seducida le excitaban tanto sus sentidos que de inmediato la levantó a una altura aproximada a su entre pierna, colocando su pierna izquierda por debajo de los glúteos húmedos, sonríe de medio lado continuando con masajes desgarradores sobre la piel suave y delicada, pero a pesar de dichas caricias la mujer no daba indicios de retroceder.

-"Esto es muy fácil" Pensó decepcionado, tomando a la sirvienta con fuerza del cuello, apretando cada vez más sintiendo como sus garras penetraban la piel, la chica seguía gimiendo, era normal, había caído en el encanto y no importará el dolor ella no sufriría, a menos que él quitará dicho encantamiento lo cual no le costaría nada.

Ferid sonrió de medio lado incrustando sus garras totalmente del cuello, sintiendo el pulso, la presión y lo más exquisito del cuerpo humano, aquella sangre caliente le éxito tanto que se aproximó hasta la vena yugular removiendo el encanto, la joven de momento comenzó a entrar en pánico, sentía claramente como su vida estaba siendo arrebatada por aquel sujeto que le había seducido y ahora sentía como en cada sección le era arrebatado cada suspiro y anhelo. La joven comenzó a sollozar suplicando por su vida.

-Así está mejor...- Sonríe observando como la tirita de sangre salía brutalmente de si cuello.
-¿Verdad que es hermoso?- Perforando otro lado de las venas del cuello, tomando fuerza sobre su presa dentro del elevador que ya se encontraba casi todo manchado.
-Por favor, déjeme ir...- Decía la joven más y más débil.
-Si eso hago morirás aquí y se desperdiciará cada delicia de tu esencia. Mejor te aniquiló y no perderemos nada...- Sonriendo tan más macabramente posible, logrando que expulsara un grito desolador por última vez, limpiando sus labios con la más mínima suavidad de sus pulgares. Dejando a la joven muerta dentro.