Capitulo 7: Crowley Eusford

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Imponente general de la oscuridad con un carácter desconocido para los novatos, ingenuo para otros, temerario para los conocidos, deseado por los nobles, exigente para los sabios, extrovertido para cualquiera y Siniestro para sus presas. Que no disfruta más poder gozar cada cacería sin algún juego, manipulador de armas increíbles y algunas que yacen extintas incluso en la nobleza, coleccionista de ámbares que muestren el alma más deseada, tomando su más íntimo anhelo. 

Soñador de dimensiones y poseedor de lo misterioso.

"Aniquilador de Luz y Poseedor de Sombras"

En la antigüedad se abría camino ante sus opositores con brutalidad masacre disfrutando cada instante que se le avecinaba, antiguo caballero de la Hermandad, cazador de nobles, secuestrado y torturado por los antiguos sabios.

Glorificado y bendecido por la Gracia de Dios, arrebatado, encarcelado y convertido por el máximo noble Drakul.

Se desconoce el método que aplicó sobre él o al menos, entre la raza es conocida...

-Vaya esto es una ofensa...- El joven de pelo rojo y negro leía un libro recargado en la base de una cantera de piedra tallada a mano por antiguos sacerdotes en una iglesia oscura, algunas ventanas se cubrían por sabanas maltratadas, sucias, cortadas, como si una ardua batalla se hubiese librado en ese pequeño espacio. Las ráfagas de luz de luna acariciaban los aposentos y algunos solo se quedaban detrás de la pared, cristal y manto. En el suelo se observan trozos de vidrios, basura, tierra y arena, al parecer el tiempo no paso en vano en dicha catedral.

-Una vil y completa ofensa... - Cierra el libro con ambas manos, dirige su vista al costado derecho -¿Cuánto tiempo abra pasado desde la última vez que estuve aquí?- Alza la vista al cielo estrellado mientras que su expresión yace perdida. -Esto es extraño...- Se gira de su posición frontal a la trasera mirando edificaciones alrededor de donde se encontraba, unas torres a unos cuantos metros de distancia, cubiertos por oscuridad, la más remota sombra era incluso petrificada por el infinito silencio. Ni siquiera las que poseían campanas habían sido tocadas, todo se encontraba completamente muerto.

Aprieta sus puños con fuerza, al parecer traía un malestar en su interior que le carcomía como una espina enterrada en la uña, pero por más que intentaba recordar, le era inútil sus recuerdos yacen borrosos.

-¿Qué estás haciendo aquí?. Sonríe sínicamente agachando su cabeza algunos centímetros al frente.
-Primero vienes y nos traicionas, ¿Ahora vienes a burlarte de la masacre que provocaste?. Analiza cada insignificante detonante sigilosamente sobre cada palabra, abre los ojos eufóricos.
-¡Maldición, no sé de que jodidos me estás hablando!- A pesar de su gran valor que en ese instante le era imposible girar y mirar a esa persona que yace en su espalda observando detenidamente, estudiando cada movimiento.
-Eres un infeliz por venir a mostrar tu maldita aberración. ¡Nunca serás bienvenido!- Logrando sacarle de sus casillas, girando molesto.

-¡Con una mierda! ¡Te estoy diciendo que no sé de que jodidos me estás hablando!- Su sorpresa fue ver que se encontraba completamente solo, el oleaje de las cortinas entre rasgadas y quemadas se movían con la suavidad del viento.
-Maldición, creo que me estoy volviendo loco- Recargándose una vez más en esa cantera, mirando al suelo impaciente. -¿Qué es esto?- Aquello que le aprisiona lentamente sobre su pecho, ese malestar que le envolvía lentamente comenzaba a tornarse insoportable.

Suspira hondo alejándose de la terraza, caminando hasta el pasillo principal de la planta en la que se encontraba, sus pisadas tan firmes estremeciendo cada centímetro sobre la madera, escuchando el rechinar que emitía por lo vieja y maltratada que se encontraba, fue abandonada y sin el mantenimiento adecuado era justificación suficiente que se encontrará en ese estado deteriorado.

Sinfonía AmargaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora