Ahí inició todo...Le agradaste a mi madre, demasiado, diría yo. Luego empezaste a pasar más tiempo en mi casa que en la tuya, te sentías a gusto.
Ahí inició nuestra amistad y por supuesto, lo que sentía por vos se identificó.
Un problema a lo largo, lo sabía.
Pasábamos la mayoría del tiempo juntos, haciendo cualquier cosa, charlando, riendo, cotilleando, saliendo e incluso haciendo los deberes.
Cualquier excusa era validad para pasar el día juntos y aquello se volvió costumbre, hasta hace algunos meses.